viernes, 14 de diciembre de 2007

Gusano

Deambulando lejos del hogar, pero con tarjeta de embarque para unas horas después. Así es fácil conocer, acceder a otros mundos y sentirnos humillados por nuestra insignificancia. Los ídolos. Aventureros, exploradores del futuro. Audaces. Y el Barón, mientras, piensa en la cobardía, en el conservadurismo, y en los versos de los violadores:

Quisiera ser palmera
enfrente del mar,
y que mi trabajo fuera
estar y no pensar
en respirar siquiera...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

John Darwin, detenido

Así se llama el reaparecido británico al que hacía referencia el Barón. La policía británica lo ha detenido porque hay fundadas sospechas de que su "desaparición" fue un montaje entre él y su "viuda", para estafar al seguro, liquidar sus hipotecas, revender sus dos propiedades y largarse con la pasta a Panamá. Ayer parecía que la mujer no sabía nada: ahora dice que el dinero no le importa, que está dispuesta a devolverlo al seguro y que lo único que quiere es que su marido regrese con ella. El padre sigue metido por en medio: dice que su hijo recibió un golpe cuando tenía cuatro años y que padece ataques de amnesia. Cuentan que, en 36 años, este hijo ejemplar sólo fue a visitar a su padre una vez Otro dato: una agencia inmobiliaria de Panamá ha difundido una foto del matrimonio, tomada en julio de 2006. Por otro lado, también cuentan que el tipo se presentó en la comisaría luciendo un moreno caribeño envidiable. La gran pregunta es: ¿por qué volvió a Inglaterra y se presentó a la policía? ¿Será verdad que tiene problemas de coco? ¿Vivió en Panamá con su mujer durante cuatro años sin saber con quién vivía y en dónde? ¿Por qué su padre le tiene tanto cariño?

La luz del norte

Cuando el torrente de la existencia nos quiere arrastrar hacia la quiebra corporal y espiritual, es momento de refugiarse en esos momentos de placidez que sólo nos puede brindar la exhibición visual y el silencio majestuoso de una puesta de sol allá donde éste huye de nuestras miserias para dejarnos huérfanos de luz, pero bañados en armonía y serenidad.


La foto está tomada en Estaca de Vares, el 13 de noviembre de 2007.

martes, 4 de diciembre de 2007

¿Dónde estaba? ¿Dónde está?

El Barón retoma una de sus secciones favoritas: la de noticas curiosas e inquietantes. Hoy han dicho en el Telediario que en Inglaterra se ha presentado en una comisaría un hombre que había desaparecido hace cinco años, mientras hacía piragüismo en el mar. Dijo que no recordaba nada, pero que creía que era alguien que había desaparecido hace tiempo (se supone que la amnesia no es incompatible con el sentido común). En la comisaría lo han verificado y es cierto. Cuando le han querido notificar el hecho a su familia, se han encontrado con una afirmación de su padre (yo sabía que no podía estar muerto, porque es alguien con sentido común) y con otra noticia: que su mujer ha desaparecido. Oficialmente declarada viuda, cobró el dinero del seguro y, al parecer, se fue a Sudamérica. Demasiadas preguntas vienen a la mente. El Barón seguirá informando sobre los entresijos de este caso apasionante.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Tiempo de zozobras

Sucede, a veces, entre tanta información que se trastoca, entre tanto ir y venir y no parar en ningún sitio, que hay que dejarse guiar por las voces que provienen de un camino ya recorrido, de rutas que propician experiencia, y esas voces nos conducen a descubrir cosas como Cabo de Hornos, historia que fluye y se acelera paso a paso, que esconde sugerencias en la evocación mítica de su nombre, el rincón del mundo al que sucumbieron navegantes y aventureros de todas las épocas, pero que narra, cruel ironía, la singladura de un hombre de pasado fracasado, futuro incierto (Sansavenir es su apellido) y presente incomprensible, navegante del periodismo en la esquina de Europa, que se asoma una y otra vez a las costa atlántica, sin saber si es para confirmar que no hay camino más allá de la playa de Carnota, y que el recorrido hasta entonces no son más que pezuñas enterradas en la arena, ni si es para descubrir el errar de otros que nos han precedido, la saga de dos hermanos poetas, uno ficticio (poeta, no hermano) que arrambla con la gloria y otro genial que desciende a los infiernos, y sólo se acompaña de un colega sumergido en esencias etílicas patrias (licor café) o foráneas (güisqui), en pequeñas píldoras ansiolíticas, siempre junto a su fiel camaleón Ulises, y ocasionalmente (uniocasionalmente, podríamos decir, ya que la experiencia es única en el fragmento de tiempo que se nos está contando) de una mujer tan perdida como él, y de una vedette arrinconada, remedo de estrellas que fulgieron en la ciudad de las luces, y de un anciano fantasma que se instala en su casa y que marca el inicio de la deriva sin fin, siendo además compañero de viaje de los poetas espectro y del gran revelador de la impostura literaria, que también es un espíritu, y todos juegan al mismo juego del no saber ni dónde estamos ni quiénes somos, y así hasta que termina, sin solución, sin esperanza para un tiempo de incertidumbre y zozobra en el que nada es, simplemente, por sí mismo, sino en unas coordenadas en el espacio, como una navegación, pero éste es un viaje a la deriva, donde la ciudad de las burgas (se insinúa pero no se afirma) es un pastiche de viejas capitales literarias europeas, y no hay referencias fijas que orienten el caminar sin rumbo de Sansavenir, que se expone constantemente a estrellarse contra la costa, que es el final del mar, hacia ese Cabo de Hornos, o hacia otro cualquiera porque, al fin y al cabo, cualquier cabo es propicio para naufragar.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Música para corazones incendiados

El descubrimiento literario de este año se confirma para el Barón. A. M. Homes recurre al esperpento, ese género en apariencia tan de Cretinia, para retratar sin compasión a un matrimonio de clase media que reside en las afueras de Nueva York. Pero también se dibujan los perfiles de la clase social a la que pertenecen (sus amigos, los compañeros del trabajo de Paul, los padres del colegio de sus hijos...), y, sobre todo, a un país enfermo, neurótico, paranoico y psicótico por momentos.

El argumento arranca de un arrebato de furia conjunta, de un gesto de inclemencia de los protagonistas hacia su propia vida, para desparramarse a lo largo de las páginas en una sucesión de acontecimientos absurdos, ridículos, de movimientos imparables hacia el abismo. No hay asomo de piedad, las pocas posibilidades de rectificación que se van sucediendo en las descarriladas vidas de Paul y Elaine son desbaratadas por ellos mismos, alienados, una tras otra, hasta el estallido final.

El regusto es bien amargo, pero cada frase supura ironía y es un arma contra la autocomplacencia de nuestro querido primer mundo. No hay escapatoria. Los personajes más felices del libro provocan sonrojo, de estúpidos que son. Y alguno hasta oculta inquietudes y se desdobla en más de una dimensión.

Los personajes más tristes, los protagonistas, Paul y Elaine, agonizan en su propia frustración, y arrastran a sus hijos por la senda del desastre.

A. M. Homes, el Barón también te ama a ti.

viernes, 9 de noviembre de 2007

La alegría de vivir

“Más de una vez ha pasado por mi imaginación el pensar si todos, sin excepción de clases, sentimos la misma alegría de vivir. La cuestión, excesivamente compleja, tiene sus pros y sus contras. En principio creo que, por lo menos en la infancia, hay un gran porcentaje en favor de la supuesta alegría, porque en esa edad ¿quién tiene la necesaria reflexión para meditar sobre la cuestión? Sin embargo, los mismos niños a veces reflexionan y ven el contraste entre los ricos y los pobres. ¡Cuántas veces he presenciado esa exploración que los niños proletarios hacen en un momento de lucidez reflexiva de sus compañeros muchas veces burgueses! Su mirada se fija ya en sus juguetes, ya en su indumentaria, en su calzado, en fin, en infinidad de cosas para ellos vedadas. No obstante, toda esta amargura no dura más que esos breves momentos que duran en él todas sus doradas ilusiones.

Desde luego para los que tenemos que ver todos los días esa diferencia en su vivir, tiene que hacer en nosotros el efecto de un reactivo que nos mueva a hacer algo por evitar injusticia de tanta magnitud.

Desde el punto de vista humano, que es el único donde deben mirarse las cosas humanas, no puede haber injusticia mayor que la de dividir desde la infancia a los hombres, división que resulta más injusta, por ser los trabajadores, que todo lo producen, los que ocupen el último lugar en la escala en que se hace figurar.

Esa primera división que los niños no llegan a comprender se acentúa con caracteres perfectamente marcados en el adulto…


No obstante hoy parece despierta de su aletargamiento y al fin parece que nuestros trabajadores se incorporan a filas dispuestos a hacer valer sus derechos. Pero ciertamente para que la alegría de vivir sea igualmente sentida en todos los hombres, hoy más que nunca, es necesario que todos nos agrupemos en torno de nuestras aspiraciones... Contra la escuela única y laica se han dirigido los cañones de grueso calibre, porque ahí es donde está la raíz que ha de dar origen a la liberación completa, ya que en la escuela única no puede haber privilegios; pero junto a la capacitación cultural tiene que estar la acción constante para que esa alegría no pueda desaparecer nunca de los hogares proletarios. O más bien dicho, traerla, porque no existe".

Fragmentos del artículo "La alegría de vivir", firmado por Herminio Barreiro Calvete, maestro represaliado, y publicado por el semanario socialista La Hora, hacia 1935 o 1936. Fue reproducido(folios 51 y 52) como prueba acusatoria de "adhesión a la rebelión" en el expediente de depuración del autor, que conllevó, además, una pena de cuatro años de prisión y la imposibilidad de ejercer el magisterio hasta 1974.

La desvergüenza de una justicia ilegítima no puede ser paliada ni siquiera con una ley que anule las sentencias franquistas: todo la dictadura fue ilegítima (no solo sus sentencias), desde el principio hasta el final. Los rebeldes acusaban entonces de "adhesión a la rebelión", como sus hijos (ilegítimos) políticos, antidemócratas de vocación, se atreven ahora a hablar de democracia, y a tachar de antidemócratas a otras fuerzas políticas.




lunes, 5 de noviembre de 2007

Tectónica

Divergencia, convergencia y transformación son las tres formas básicas de límite entre placas.

El primer límite hace que el magma fluya hasta la superficie y solidifique una dorsal de separación entre las placas, que ya nunca volverán a ser las mismas. También puede producirse una gigantesca grieta que nada puede rellenar.

El segundo límite hace que dos placas choquen, pero hay dos formas básicas resultantes: orogenia y subducción. En la primera, ambas placas (continentales) luchan por la primacía, y dan lugar a la formación de grandes cordilleras. En la segunda, una de las placas (la oceánica) opta por plegarse a la otra, y vuelve a las profundidades, y a fundirse en el magma primigenio.

El tercer límite hace que entre dos placas se acumule una inmensa energía potencial, que es liberada cuando no es posible aguantar más la tesión. Entonces sobrevienen los terremotos.

Todo individuo (e incluso todo cuerpo social) tiene límites de convergencia y divergencia a su alrededor. Son procesos paulatinos, graduales, delimitables en el espacio y perceptibles en el tiempo. Distanciamiento, acercamiento, barreras y grietas, espacios en común, materia nueva que surge del fondo del abismo.

El peligro, como en la tectónica de placas, está en lo impredecible de los límites transformantes.

viernes, 26 de octubre de 2007

Sociedad del espectáculo III

Algunos medios de comunicación han emitido hoy más imágenes de la agresión racista del metro. Revelador. El testigo se ha reivindicado. No se había atrevido a intervenir antes, pero, una vez que el enemigo desapareció, conversó con la agredida, señalando hacia la cámara que había registrado toda la escena. El círculo se cierra: el dedo que nos señala nos involucra en los hechos. Somos los espectadores.

Sociedad del espectáculo II

Ayer mismo falleció un chaval, Daniel Oliver Llorente, tras una semana en coma. Su error: haber ido intentado pararle los pies a un individuo que se aprestaba a golpear a una mujer, en una parada de tranvía. Un puñetazo lo tumbó al suelo y allí empezó a zozobrar su existencia. Ayer todo terminó para él.

No había cámaras.

Y que haya gente que sigue creyendo en un dios bondadoso...

jueves, 25 de octubre de 2007

Sociedad del espectáculo

Todo comenzó con un ramalazo racista y violento de un individuo en el metro. De la noche a la mañana, se convirtió en una estrella mediática por obra y gracia de una cámara de seguridad.

La víctima de una sociedad enferma convertida en verdugo. La víctima real de la agresión. El testigo. La película, visionada por millones de personas.

Desde entonces, apariciones televisivas del agresor, encarnando a la perfección a su personaje. Los juzgados rodeados de flashes y periodistas. La víctima, oculta bajo el pixelado. La jueza que lo liberó en primera instancia, convertida en cómplice de la agresión. La fiscalía que interviene para enderezarlo. Para hacernos creer que así podemos sentirnos más seguros.

Lo que no entra en cámara no ha sucedido. Las protestas de algunos por la pasividad del testigo, y el testigo que se rebela aduciendo que la escena en que socorre a la víctima no ha sido emitida por los medios. No se conforma con el papel secundario. O pretende resarcirse de la cobardía que le atenazó, y que atenazaría a cualquiera, por mucho que digan.

Los medios construyen la realidad a medida de una sociedad ávida de espectáculos en vivo. Los medios nos construyen. Y las personas nos convertimos en personajes del drama cotidiano de un mundo que se consume a sí mismo, como el oso hormiguero de Yellow Submarine.

Todo es tan patético...

martes, 23 de octubre de 2007

Las olas

El desencantamiento del mundo prosigue su ritmo implacable: ni las olas, ese refugio de románticos, de adictos a la sensualidad, de buscadores de armonía, han podido escapar a la ciencia. Pronto desde la costa podremos divisar extraños artilugios que se mecerán con su dulce, a veces desesperado, bamboleo.

Serán fuentes de energía renovable, pero, ¿qué pasa con la energía que muchos buscan en la contemplación de nuestras hermanas azules?

Será así porque así lo queremos todos, haciendo o dejando hacer...

miércoles, 17 de octubre de 2007

MQM

Los objetos se adhieren al lienzo y parecen saltar hacia nosotros.
Quintana-Martelo juega el doble juego de la pintura: una realidad apresada en dos dimensiones, agolpada contra una superficie plana, y otra realidad que se niega a no ser representada: la de la propia acción del artista, plasmada en los propios útiles (los botes de pintura, los platos de mezcla, las brochas y pinceles), pero también en los despojos.
Action Painting y naturalismo; a la vez.
Todos los momentos del momento sincronizados.

MQM

martes, 9 de octubre de 2007

Seis razones para amar a Belén Gopegui

Porque sus títulos tienen forma de cerradura antigua. A través de ellos puedes ver lo que hay dentro de la casa, y para abrir la puerta sólo necesitamos una llave grande y sencilla. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez dónde estaba el padre de Blancanieves cuando su hija le necesitaba?

Porque su estilo es como mirar desde las rocas de una playa tranquila: ves las algas, ves los peces y ves la arena del fondo, pero el agua refleja las nubes y el sol.

Porque da voz a quien no la tiene: los cuerpos sociales como productos resultantes de una agregación de individuos, y no de una simple adición. ¿No es toda una aventura convertir en personaje de Lo real a un "coro de asalariados y asalariadas de renta media reticentes"?

Porque sus argumentos son catalíticos, como sucede muchas veces en nuestras vidas. Que un amigo te pida dos millones de pesetas para ayudarle a reflotar su empresa es el paso previo a una reflexión en torno a la frustración de los ideales de juventud y a las contradicciones de la clase media, pero siempre queda la esperanza de la conquista del aire. Que un ecuatoriano te eche en cara que le han despedido del trabajo por culpa de tus quejas puede dar lugar a un seismo ético, sobre todo cuando hay una moral subterránea en movimiento.

Porque sus temas nos consuelan (al vernos reflejados en ellos) al tiempo que nos inquietan (al vernos reflejados en ellos).

Porque sus metáforas son finas y brillantes como el filo de un cuchillo: "Cuarenta y cuatro años y ni una sola respuesta, no lloraba por autocompasión, dejaba que las lágrimas saliesen como alguien deja entrar el agua en un barco sin achicarla, hasta que el barco empieza a hundirse y no queda más remedio que nadar"

lunes, 1 de octubre de 2007

Infracosmos

Ni la memoria de veinte generaciones alcanzaría para recordar en qué momento la estirpe familiar se trasladó a la capital. Ni yo, ni mis padres, ni los padres de mis padres conocimos nunca el mar. Hace mucho tiempo que las mejores oportunidades están aquí, pero hay que pertenecer al selecto grupo de los elegidos para poder aprovechar todo el potencial que estas tierras ofrecen. Desde mi atalaya contemplo, día tras día, la batalla por la supervivencia de los pobres.

No te pares. Sigue caminando. Aquí no puedes quedarte. Esto es un matadero. Vete. Déjalo ahí. Está muerto. No puedes hacer nada. Escapa. Corre, hostia.

El cuerpo de su compañero yace sobre lo que antaño fue una lata de aceite de oliva. Sus vísceras se derraman por los laterales. Su sangre se seca con rapidez y se adhiere al metal con la firmeza de un liquen a la roca.

Huye de una puta vez. Está muerto.

♫ ♫ ♫

El pánico le impide realizar cualquier movimiento, pero es consciente de que la parálisis, cuando no va acompañada de un buen camuflaje, o cuando el escondrijo no es perfecto, es la sentencia final. Sabía a lo que se exponía cuando inició la aventura, pero el hambre es así, inexorable. Es una ley biológica.

Ha faltado muy poco. Desde aquí he podido ver cómo las esquirlas de esa botella han golpeado su cuerpo tembloroso. Al menos, eso le ha hecho reaccionar. Todavía me sigue sorprendiendo comprobar lo estúpidos que pueden llegar a ser, aunque hay que reconocer que tener que caminar para llegar a todas partes es una limitación importante. Pero, ¿por qué no se conforman con lo que tienen a su alcance? ¿Por qué tienen que venir aquí a buscar el sustento?

Mierda. Me he cortado. No aguantaré mucho tiempo detrás de este bidón. Tengo que buscar una salida. Me he cagado de miedo. ¿Qué voy a hacer?

Sacude con delicadeza y parsimonia su lomo, hasta que un pequeño fragmento de cristal se desprende de su cuerpo.

Le escuece con rabia, nota el fuego en su espalda, la sangre que se desliza por su costado. Ante la cercanía de la muerte recuerda a su familia, al otro lado de la montaña. Se habían trasladado hacía poco tiempo, después de que hubieran clausurado su anterior residencia. Se madre nunca se cansó de prevenirle de los peligros del mundo exterior, de la crueldad de los hombres. Le recordaba continuamente que ellos siempre estarían en el lado oscuro, el de los malditos.

Agotado por la tensión, apoya su cuerpo contra el bidón, que, vencido su precario equilibrio, rueda ladera abajo.

Pobre imbécil. Ahora sí que la ha hecho buena. Ahora que había encontrado un escondite decente se queda al descubierto. No tiene escapatoria. Su técnica es mucho más primitiva.
Nosotros contamos con la ventaja del avistamiento previo: el margen de error es mínimo. La clave suele ser la rapidez, porque éstos, pese a todo, acaban encontrando los mejores sitios, pero a qué precio. No siento ninguna compasión. Mejor para nosotros.

♫ ♫ ♫

¡Hijos de puta! ¿Qué es lo que os he hecho? ¿A qué viene esa saña con la que nos perseguís? Nos arrojasteis en vuestras cloacas, nos expulsasteis del paraíso, nos marcasteis a fuego y nos arrinconasteis en la mierda, pero no me entregaré tan fácilmente.

Inicia una rápida carrera por la pendiente, en una busca desesperada del bidón salvador, detenido a mitad de su caída por un somier desvencijado.

♫ ♫ ♫

En esos momentos puntuales en que la vida de uno corre serio peligro, el cuerpo extrae energías extraordinarias de algún perdido rincón de sí mismo. Es el instinto de autoconservación, aunque en la guerra ese instinto rara vez sirve para algo. La sangre sigue manando de su herida, y siente que el aliento vital le va abandonando. Entre dos pañales, de nuevo detrás del bidón, llora sin consuelo.

Mamá. ¡Mamá! No quiero morir. Dame tu calor, mamá. Quiero volver a casa.

No entiendo a los que reniegan de este tipo de espectáculos. Es una ley natural. Nosotros también tuvimos que emigrar, hace mucho. Mis abuelos me hablaban del mar, de lo que a ellos les habían transmitido sus antepasados. Decían que bastaba una zambullida para conseguir un hermoso pescado. ¡Y los había en abundancia! Y me contaban que el agua del mar no es como el de la balsa de inertes, sino que cuando estás en ella es limpia y transparente como el cristal, y que desde las alturas es azul como no hay azul comparable en el mundo.
No creo mucho en esas leyendas. De poco nos sirven ahora. Esto es la lucha por la supervivencia. Está bien que la escoria sea tratada como se merece.

♫ ♫ ♫

El bidón, tan sólo magullado por los perdigones, vuelve a rodar, dejando al descubierto, a través del somier descuajaringado, unos diminutos ojos que se enfrentan al momento de la verdad. La gaviota ríe.

♫ ♫ ♫

-¡Le has dado! ¡Le has dado! – grita el chiquillo alborozado.

Algunas plumas blancas y grises vuelan en todas direcciones. Un ave mortalmente herida se desangra sobre una vieja nevera, en lo alto del vertedero. Mientras, una joven rata moribunda aprovecha el momento para escabullirse entre los desperdicios y llegar a su hogar, al otro lado de la montaña de basura, para alcanzar el regazo de su madre.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Funzionismo

Unos amigos del Barón (que se autodenominan Kolectibo Funziona) le han remitido, para su difuzión, el MANIFIESTO FUNZIONISTA. Es interesante. El Barón lo publicará en breve, pero, para ir abriendo boca, enseña un ejercicio que muestra por dónde van los tiros (y anima a sus invitados e invitadas a enviar sus obras maestras, inspiradas en los principios del Kolectibo):

Instrucciones para crear una obra funzionista:
Paso primero: Tómese una imagen famosa y fácilmente reconocible. Por ejemplo, la bandera de Iwo Jima (sí, ya sabemos que en sí misma es un montaje, pero esto no hace sino aumentar la carga provocadora del ejercicio):


Paso segundo: Ahora, piénsese en sustituir alguno de los elementos clave de la imagen por otro cuyo valor resida en ser antinómico, contradictorio o metafórico en relación a la carga simbólica implícita en la imagen real. Por ejemplo, se podrían sustituir los soldados por hamburguesas. Pero más fácil (esto es un ejemplo), es sustituir el otro elemento clave: en este caso, la bandera. Una opción sería trocarla por la bandera del Japón, lo que introduciría un elemento cómico y reivindivativo en la obra. Nosotros optamos por la siguiente:



Y ya está: el Kolectibo Funziona no oculta las similitudes de su propuesta con la literatura huiqui. Tampoco oculta que su propuesta tiene más salidas a la hora de comercializar sus productos (aunque puede haber problemas con los derechos de autor, qué duda cabe). Y, en este caso, tampoco oculta su desilusión por haber encontrado, durante el proceso de ejecución, esta otra imagen (que, además, ha servido de base para el ejercicio):


No obstante, el KF cree que reproducir ambas imágenes puede servir para clarificar la diferencia entre funzionismo y pastiche (éste estaría más próximo al concepto huiqui).

El Barón anima, una vez más, a sus huéspedes a que saquen el artista que llevan dentro y envíen sus pequeñas obrillas a esta página. Se garantiza su reproducción (no su éxito).

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Redonda

El retiro ha funcionado. Hacía mucho tiempo que las aguas interiores del espíritu no reflejaban la luz del sol con esta nitidez. Tras la calma volverá la íntima tempestad, así que carpe diem.
Más esperanzadora es la renacida pasión del Barón por el dibujo. Un impulso incontrolable le ha llevado a cinco kilómetros del pueblo, y allí ha levantado el vuelo su pasión adormecida, como los buitres que revolotean a su alrededor. Sensaciones aletargadas han vuelto a la vida: la mano que acelera el corazón, el sonido de la mina rasgando el papel, y, sobre todo, el fluir del tiempo, que se detiene; sesenta minutos de entrega.

El Barón se ha hecho el firme propósito de recuperar su tiempo para ello: la muestra no es gran cosa, pero posee un gran valor sentimental, además de ser lo que es: un apunte del natural sin retoques posteriores ni trucos digitales.



viernes, 7 de septiembre de 2007

Paisajes

La Razón de Van Gogh se prejubiló porque su frenético pincel fue capaz de reproducir la aceleración de su mente, reflejo de la aceleración de la historia, y su producto estrella: una realidad fragmentada en pedazos de materia pictórica. La visión simultánea de un mundo en extinción (las labores del campo, las casitas y cabañas, los campos de trigo a merced del viento...) y de un mundo en eclosión (las casas nuevas, los urbanitas excursionistas...) fue captada mediante una mirada descompuesta, pero él fracasó al intentar recomponer esa realidad rota en su propio cerebro.

La Mirada de Richard Estes es posmoderna: todo encaja en sus composiciones, porque la propia realidad es vivida como un caos de reflejos, materiales, señales, iconos, números y letras. Su pincelada es precisa y llana porque el caos surge de la propia vida: él no tiene más que reproducirla tal cual es, y su cerebro permanece a salvo. Todo el tiempo pasado y presente está ahí, y aun el futuro, encarnado en grúas, en edificios en construcción, y, sobre todo, en la propia actitud de sus personajes, captados en un instante único pero que siempre van-hacia-algún-lugar-a-hacer-algo. El mundo actual no genera neurosis, las asimila y reconvierte en una potencia más de la vida: compulsión y desenfreno.

martes, 28 de agosto de 2007

Crónicas del inframundo

De nada han servido la luz del Mediterráneo, el aire soriano y el mar de Ferrolterra; las excursiones por el lado más brillante de la existencia han sido inútiles. Las tinieblas envuelven al Barón, como un pulpo a su presa.

Primero fueron las moscas. Se colaron en Palacio camufladas en una bolsa de patatas autóctonas, y comenzaron a proliferar. Hoy por la mañana, el Barón presentó batalla y sembró su vivienda de gas mortífero. Al mediodía el recuento de cadáveres fue nulo, pero sólo un par de pequeños ejemplares pudieron ser identificados vivos, y rápidamente fueron exterminados.

Pero Satanás se tenía guardada su mejor baza para hoy. A media mañana, una pequeña rata infecta deambulaba en el despacho del Barón. Su mirada no era desafiante, como el juez reencarnado de Stoker, pero su aspecto era igual de inmundo. Se escondió durante unas horas, para, finalmente, ser acorralada en el cuarto de baño, atrapada bajo una escoba y vapuleada hasta la muerte.

Un par de horas más tarde, el diablo volvió a aparecer, vestido de rata, de nuevo. Esta vez bastó un escobazo para reventarle la cabeza y esparcir sus sesos por la baldosa.

El mal no da tregua, pero el Barón persiste en mantenerse firme en el lado luminoso. Es más, cree que todo esto es una señal del destino, porque ayer le fue comunicada la grata noticia de que a su gran amigo, el Duque de Saint-Ouen (que, por cierto, acaba de reestrenar blog), le van a publicar su recién finalizada novela Musofobia.

Arriesgándome a ser recriminado por él, reproduzco el comienzo de la misma: "No es mi imaginación: hay un ratón en la casa". Prometedor. El Barón le desea la mejor de las suertes. Mientras tanto, él velará por la salvación de la humanidad (o de una parte de ella).

domingo, 19 de agosto de 2007

Las nuevas ánimas

"El monte de las ánimas" es una famosa leyenda de Bécquer que el Barón leyó hace unos cuantos años, envuelto en sábanas protectoras y temores de colegial. De ella sólo recordaba un pañuelo manchado de sangre.

Hace dos días, hospedándose el Barón en el Parador de Soria, y siguiendo su ingenua costumbre de acompañar sus viajes, cortos o largos, de lecturas relacionadas con el lugar visitado, releyó el relato antes de dormir. Revivió así las mismas sensaciones que entonces, pero con el añadido de hallarse justo enfrente del escenario en que Bécquer situó su leyenda: la colina que, del otro lado del Duero, se eleva sobre la ballesta machadiana, cubierta de una suave vegetación de matorral y coronada por los riscos calizos típicos de la zona.

El relato, para quien no lo recuerde o no lo haya leído, ambienta en dicho monte una fantasmal batalla, entre los espíritus de los templarios y los nobles de la ciudad, que se reproducía, cada Día de Difuntos, desde que había tenido lugar, en la Edad Media.

Habiendo apagado la luz, el Barón se irguió sobre la cama y se dirigió a la terraza, lentamente. Allí, enfrente, al otro lado del río, se erigía el Monte de las Ánimas, apenas recortado por una luna exigua. Y allí estaban las ánimas, en la cima, concentradas en una luz roja, en lo más alto de una torre de metal.

Pequeño romance del Barón y el Río

De entre todos los indicios

de la vida y su mudanza,

de cuanto ancla la memoria

al pasado si lo alcanza,

no es el invierno en Santiago,

que a su cita, sin tardanza,

acudirá puntual,

siempre igual. Ni la bonanza

estival, que allí no es si no

de las nubes y el sol danza.

Ni los cursos sucedidos,

ni la periódica holganza,

ni las fechas señaladas,

de tristeza o alabanza.

Es mi reunión anual,

con el rumor del Arlanza,

lo que da plena conciencia,

del tiempo, más la confianza

en volver dentro de un año,

es decir: me da esperanza.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Donuts y ambigüedad

El final de Este libro te salvará la vida, de A. M. Homes, es un canto hiperbólico al mundo transmoderno. El Barón no lo revelará por si algún invitado o invitada se animara a leerlo.
Baste decir que la impresión que queda tras su lectura es la de que todos los elementos que aparecen tienen el mismo valor: los protagonistas son personas (algunas de ellas famosas: hasta aparece Bob Dylan), pero son también las casas (la mansión de Richard en Los Angeles, el chalet de Malibú) y los coches, los dos elementos clave de la cultura del éxito. El dinero de Richard hace que todo (casas, coches, famosos) esté a su alcance, y así es como su realidad se vuelve plana, carente de la profundidad que proporciona el esfuerzo de la conquista. Homes no lo dice, pero probablemente esta falta de profundidad es la que hace que un gran dolor se extienda por el cuerpo de Richard (así es como arranca el libro), y la que obliga a evacuar su mansión por una falla que crece y crece en el jardín.

Desorientado por su nueva situación, Richard se refugia en un pequeño bar de carretera, especializado en donuts (los hay de todo tipo, glaseados, de chocolate, rellenos...). Los donuts aparecen de repente y se convierten en el protagonista principal del libro. Representan, a juicio del Barón, la bajada a la tierra del millonario Richard, pero no una bajada compasiva (como si descubriese la sencillez de la vida cotidiana frente a los excesos del lujo), sino ácida e irónica (de su dieta rica en fibra Richard pasa a alimentarse, periódicamente, de donuts: el alimento de los pobres obesos yanquis). Homes hace aparecer ese descubrimiento como un milagro que ha salvado la vida de Richard (de ahí el título del libro), encarnado en Anhill, el dueño del establecimiento.

La metáfora que cierra la historia (no siga a partir de este momento quien quiera leer la novela) es desasosegante: Richard promoverá, acompañado de otros personajes, un establecimiento especializado en donuts y en comida dietética. Un ejemplo de la ambigüedad que atraviesa nuestro mundo tardocapitalista.

lunes, 30 de julio de 2007

Los Genoveses

En uno de los paisajes más encantadores del Cabo de Gata, el Barón se atreve a asumir el papel de aprendiz de sociólogo, habiendo elaborado un perfil de la Playa de los Genoveses, producto de un típico paseo anticolesterolémico, que ahora se atreve también a mostrar a sus invitados.
Viene el nombre de la playa de un desembarco realizado por marinos procedentes de aquel lugar a finales de la Edad Media, pero los únicos restos que se conservan de otra época son el antiguo molino restaurado, que recibe a los visitantes sobre el collado que da acceso al arco volcánico que conforma la ensenada, y las viejas terrazas que un día albergaron cultivos y hoy sólo soportan el estoicismo de las chumberas.
De más atrás vienen las dunas fósiles que jalonan transversalmente la playa, y que actúan a modo de límite entre sectores, sirviendo al Barón para secuenciar su análisis de la división social del playerismo.
Al norte, una inmensa mole volcánica separa la ensenada del puerto de San José, aunque desde la playa se atisban los tentáculos de la especulación, asomando por detrás de la montaña como las patas del pulpo por detrás de la roca que le sirve de escondrijo.
Al sur, otra gran mole ha sepultado una duna, y el mar se ha encargado de revelar al mundo el enterramiento al erosionar la montaña y dejar al descubierto un sustrato blanquecino que refulge con el sol de la tarde. Más al sur, el mar dobla la esquina del Cabo de Gata.
Desde esta gran duna sepultada hasta la primera visible se extiende la zona nudista, que es, de largo, la más tranquila y sosegada. Mucha gente y mucho respeto al vecino: también sería interesante hacer un recuento de la gente que lee en la playa, porque el porcentaje de lectores en la zona nudista se incrementa de forma espectacular: ¿sirven los libros para evitar las miradas impúdicas?
Entre esta primera duna y la siguiente (las más alta y espectacular, que divide la playa en dos sectores claramente diferentes) se ha detectado una zona mixta, con algunas características propias de la nudista (sosiego y una separación media entre sombrillas de unos diez metros) pero una disminución notable en la proporción de nudistas.
Pasada la gran duna fósil, el Barón descubre la playa principal, que se extiende físicamente sin solución de continuidad hasta su límite septentrional. En ésta se detectan igualmente los sectores, pero con un límite difuso. Abunda en este sector el individuo estándar: playero en familia, infraestructura lo más semejante posible a la que puede encontrarse en su casa (excepto, de momento, los electrodomésticos; no valen las neveras portátiles). El nivel de decibelios se incrementa considerablemente, gracias a los niños obesos incipientes que no paran de berrear mientras salpican a los paseantes y las padres y los madres que no dejan de gritarle a sus borjamaris desde la orilla. También están los que hablan a gritos aunque se encuentren a un metro de distancia. No es raro el top-less. La distancia entre sombrillas se reduce conforme nos aproximamos al aparcamiento.
A medida que nos dirigimos al norte, la distancia entre sombrillas vuelve a aumentar, y el perfil varía notablemente: aparece el primer cánido, a los que después se suman algunos más. Sin habernos percatado, estamos en la zona neojipi: se puede escuchar alguna flauta. Esta especie, endémica del Cabo de Gata, tiene su habitat natural en la cala de San Pedro, pero algunos elementos se esparcen por el parque. De la degeneración de esta especie (iniciada en los años setenta) da cuenta el hallazgo del Barón: en el extremo norte de la playa, antes de retornar a la zona sur, se aprecia, sobre la arena, una hermosa figura escultórica, estilizada, que representa a una sirena varada. Junto a ella, una inscripción medio borrada: "Necesitamos dinero. Nos hemos quedado sin cerveza".
Se aceptan críticas, sean positivistas o hermenéuticas.

La piel de la tierra

Mecido por las olas, en la Cala de Barronal, el Barón descubre la razón de la profunda y misteriosa belleza del sitio y el momento.
Desde la orilla mediterránea, flotando en vaivén, la tierra se nos muestra en su íntegra desnudez, sin ropajes y ni tan siquiera vello; sólo una piel seca y áspera, arrugada, enjuta, curtida bajo el sol, morena de milenios.
Y es en la desnudez del ser humano, en la imbatible igualdad de los cuerpos descubiertos, donde nace esa intensa comunión planetaria, porque tiene lugar aquí, donde una mano invisible ha comenzado a desvestir a la tierra, a dejar al aire su piel y, en algún que otro rincón, lejos de la cala, hasta sus huesos, arrancada la epidermis por la uña de la civilización depredadora.

viernes, 20 de julio de 2007

El morro del barón

Para que sus invitados no se sientan abandonados, y dado que el estrés laboral y personal impide al Barón realizar aportación alguna que cumpla los mínimos requisitos de su estricto control de calidad, se presenta un pequeño y evocador ejercicio, titulado Los cencerros:

Esa vibración reverbera sobre las tapias, desciende y se columpia en el asfalto gastado de la vieja carretera, y luego se eleva, bamboleante, hasta la segunda planta del centenario caserón, en cuya fachada, agrietada por la dureza del clima castellano, las ventanas permanecen cerradas, aunque la antigüedad de la estructura y los materiales impiden que las junturas ejerzan totalmente su función, y así es como ese sonido añejo, esa vibración que se agiganta en tanto la fuente emisora se aproxima, se cuela por las rendijas y se posa con dulzura sobre mi oreja derecha, la única libre de la presión de la lana de la almohada y del raído almohadón que la envuelve, y penetra entonces en mi cerebro, generando una corriente mitad física, mitad onírica, y sueño la realidad: que por el camino de las tenerías se avecina el rebaño, como todos los veranos, para subir al monte con su pastor, que este año es pastora, a impregnarse del aroma del tomillo y del romero, a esparcir por la colina el inconfundible sonido de los cencerros al unísono, que ahora retumban en el adobe pobre de las casas pobres de Castilla, y en un minuto lo hará entre los petriles del viejo puente sobre el Arlanza, que tanta historia ha soportado, como el viejo Cid camino del destierro, polvo, sudor, etcétera, y se sigue filtrando a través de las hiendas, como todos los veranos hasta donde alcanza mi memoria, y esa realidad que sueño es que he vuelto al origen, y que los cencerros son el alma eterna de la cabaña, naciendo del cuello de cien ovejas para reunirse, a través de mi cabeza somnolienta, con la lana que reposa bajo ella, quizás para reunirse, como todos los veranos, con el único resto que se conserva de sus olvidados ancestros.

martes, 3 de julio de 2007

Qué pasaría si...

A pesar del comentario irónico de la Duquesa de Belflor (recién incorporado a la nota anterior), al Barón le place poner en conocimiento de sus invitados su última aportación. Sí, Duquesa, hay cierto tono apocalíptico, pero también reconocerá que los escritos del Barón no están libres de cierta ironía...

Discurso del Secretario General a la Asamblea de Naciones Unidas. Nueva York. 24 de junio de 2008.

Señoras y señoras representantes:

Hoy se cumple un año desde que el curso de la historia de la humanidad cambió para siempre. El 24 de junio de 2007 el mundo entero pudo ver cómo daba comienzo el mayor desafío al que nunca tuvo que enfrentarse la raza humana y, por extensión, cualquier especie viviente sobre La Tierra.

Ese día, un mensaje nítido fue captado por numerosas estaciones de radio de todo el planeta. En él se nos ponía sobre aviso, a todas y todos los habitantes del mundo, de la próxima visita de una delegación de seres extraterrestres. Como una historia de ciencia-ficción, la pesadilla imaginada por varias generaciones se hacía realidad.

Más allá de la comprensible sorpresa general, y de la gigantesca magnitud de la noticia, la humanidad supo sobreponerse a la primera impresión y, en un acto de buena fe, aceptó la visita.

Todo el mundo puede recordar, porque sin duda es uno de los momentos culminantes en la historia de La Tierra, cómo en esta misma sala, ante los jefes de estado y de gobierno de todas las naciones, un embajador alienígena de nombre impronunciable se dirigió al mundo en un perfecto inglés. Y lo hizo en unos términos que, tanto entonces como hoy, resultarían inaceptables.

Recordamos las acusaciones del embajador, que decía hablar en nombre de una confederación de planetas de la nuestra y de otras galaxias, atreviéndose a reprocharnos una supuesta falta de capacidad para solucionar nuestros propios problemas. Por añadidura, el embajador nos acusó de fabricar y almacenar armas de destrucción masiva, en cantidad muy superior a la que necesitaríamos, según él mismo dijo, para destruir nuestro planeta una sola vez, poniendo en riesgo, en un futuro no muy lejano, la misma supervivencia del equilibrio universal. La gota que colmó el vaso fue su exhortación al desarme de todos los ejércitos del mundo y a adoptar un sistema político y económico incompatible con el grado de desarrollo adquirido por nuestra especie, y con los logros del liberalismo como forma suprema de gobierno.

A la negativa de la Asamblea a ceder a las exigencias del embajador siguió aquel infame ultimátum, en el que se desafiaba a toda la humanidad a destruir los arsenales de misiles de largo alcance de las potencias nucleares, y a desmantelar los sistemas de seguridad antimisiles que se estaban comenzando a desplegar. Aquello fue el comienzo de una lucha dura, intensa, dolorosa y sangrienta, pero victoriosa.

El 1 de agosto de 2007 es una fecha que la humanidad debe mantener grabada en su memoria, como la fecha de la infamia. La fecha en la que expiraba el plazo para acceder a las intolerables condiciones de la confederación. La fecha en que la Tierra fue objeto del ataque de naves procedentes del espacio exterior. Todos recordamos el pánico inicial ante la naturaleza desconocida de las armas utilizadas por los extraterrestres, ante el grado de destrucción experimentado en los días posteriores por las principales capitales del planeta. Washington, Moscú, Londres, París, Berlín, Tokyo, Beijing... fueron sometidas a intensos bombardeos de fotones. Las armas inteligentes de la confederación no buscaban causar bajas entre la población civil, es cierto, pero destruían el tejido industrial y económico, y las vías de comunicación de las principales potencias, poniendo en peligro la supervivencia de la especie.

Mientras la población de los países más industrializados resistía, luchando calle por calle y casa por casa, y se veía privada de satisfacer sus necesidades elementales, nuestros científicos buscaban con ahínco la fórmula para contrarrestar los efectos de las armas del enemigo.

Así, resistiendo en las trincheras y trabajando infatigablemente en la retaguardia, llegamos a enero de este mismo año, en que las tornas se cambiaron. Las fuerzas de la confederación, sorprendidas por la tenaz resistencia ofrecida, liderada por los Estados Unidos de América, comenzaron a espaciar sus incursiones, y a intentar una solución negociada.

Todos recordarán cómo se discutió y debatió en esta misma Asamblea, durante ocho largas jornadas de trabajo, una postura común ante el giro que habían tomado los acontecimientos. Logramos llegar a un acuerdo para no ceder al chantaje. Logramos lanzar un mensaje de unidad que sin duda así fue percibido por los miembros de la confederación. Fruto de ese consenso entre todas las naciones de la Tierra fue el acuerdo al que se llegó, el 21 de marzo, entre la humanidad y los extraterrestres.

Las fuerzas de la confederación se comprometieron, por ese acuerdo, a no volver a conminar a la Tierra a que abandonase el rumbo que la especie humana eligió por propia voluntad y sin imposiciones foráneas, y a no entregar sus armas bajo ningún concepto. Por nuestra parte, la Asamblea se comprometió a no desarrollar armas de largo alcance que superasen los límites del Sistema Solar.

El 13 de abril se firmó aquel histórico acuerdo. El 13 de abril fue sin duda el día más grande en la historia de la humanidad. Fue el día en que la raza humana supo resistir una invasión extraterrestre. Fue el día en que el liderazgo de los Estados Unidos de América se hizo más evidente que nunca, e irrenunciable para todos los pueblos de La Tierra.

Es por todos estos acontecimientos vertiginosos que nos encontramos hoy aquí, en la Asamblea General de Naciones Unidas, para decidir la autodisolución del organismo, ante la necesidad de que sean los Estados Unidos de América, el país más poderoso, y el que sostuvo la lucha frente al enemigo, aun en los momentos más difíciles, quienes asuman el papel de gobernante de la humanidad.

La gran lección que todos hemos extraído de la Guerra de Independencia Planetaria, que hemos ganado, es la de que no hay otra salida para el mundo más que la implantación generalizada de la economía de mercado, y de la democracia como forma de gobierno, y todo ello con un liderazgo fuerte y sin fisuras, para lo cual es necesario que los restantes países renunciemos a parte de nuestra soberanía, a cambio de lo que el mundo en general gana en seguridad. Es lo mejor para todos, y así espero que los representantes lo entiendan.

Yo, por mi parte, como Secretario General de Naciones Unidas doy el primer paso en esa dirección dimitiendo del cargo y poniendo la continuidad del mismo a disposición de lo que esta Asamblea decida, que, estoy convencido de ello, será la autodisolución y la encomienda al Presidente de los Estados Unidos de que asuma el gobierno del mundo, la única opción razonable que le queda a la humanidad.

Gracias a todas y todos por el trabajo desarrollado en este tiempo. El futuro, no lo duden, está ganado.

viernes, 22 de junio de 2007

Binomio fantástico

En su empecinamiento por combatir las últimas manifestaciones del Padrecito Korsakoff, el Barón se presta a la autohuiquificación, mostrando a sus invitados el resultado de su primera intervención en el taller literario al que se ha apuntado. Iluso.
El ejercicio consistía en crear un relato a partir de dos palabras escogidas al azar. Quiso éste que el Barón encontrase en el diccionario dos conceptos aparentemente inconciliables (ahí está la gracia del ejercicio): católico y poni.

El poni sería católico, pero el jinete era protestante, de eso no hay duda. Lo supongo porque no paraba de hacer gestos obscenos a su mozo, que se ocultaba en la parte de atrás de la caja, no visible al público.

Uno está acostumbrado a ver a los atletas, a los futbolistas antes del pitido inicial, a los nadadores... pero no es normal ver a un caballo santiguándose, y menos a un poni. Me lo imagino en la típica foto de primera comunión, con traje de marinerito y la atmósfera onirizada por un velo de nácar (es probable que invitase a sus amiguitos de la cuadra a su fiesta, en la que abundaría la hierba fresca).

A medida que avanzaba la carrera, su montura quedaba más y más rezagada. La fe de un équido se mide en yardas, no en padrenuestros ni avemarías. El jockey espoleaba al pobre creyente con saña, pero la distancia con la cabeza aumentaba.

Fue entonces cuando se hizo la luz. Era como un haz, como un foco que alumbraba al pequeño poni y a su incrédulo jinete. Y fue entonces cuando la desventaja se fue reduciendo, y los dos remontaron hasta situarse en cabeza de carrera. Y así llegaron a la meta, y subieron al podio.

Un éxtasis, una sensación milagrosa recorrió las gradas. La quiniela acababa de explotar, de reventar su lluvia de millones para venir a cubrirme a mí, y sólo a mí. El único apostante que había confiado en Pequeño Tío y en el jinete, que no me acuerdo de cómo se llamaba. Son las ventajas de ser intermediario. De nada.

El barón admite que no es gran cosa, pero en su descargo alega la falta de tiempo y dedicación, que espera corregir a partir de ya. El coordinador del taller, además de llamar su atención sobre la proliferación de conjunciones copulativas en el penúltimo párrafo (era intencionado, pero es cierto que no resulta muy brillante), pregunta qué quiere decir la última frase. El Barón duda de si decirle la verdad (salío así, la ambigüedad del personaje que narra, que es un ángel ludópata, y a la vez es la misma divinidad, que también es ludópata; o "es la respuesta al agradecimiento de jinete y poni, que saben de su intercesión"). En fin...

La siguiente propuesta se llama "La hipótesis fantástica", o "Qué pasaría si..." La duda que ahora tiene el Barón es entre dos opciones a) ¿Que pasaría si hoy fuese el Juicio Final? o b) ¿Qué pasaría si una fuerza galáctica de interposición viniese a la Tierra para evitar que sigamos jodiéndonos la existencia?

domingo, 3 de junio de 2007

Realvisceralismo segunda parte

¿Por qué los desmanes y caprichos de la líbido los paga el corazón?

El Barón tiene una hipótesis: es una aviesa venganza del hígado, que está hasta la vesícula de aguantar sus pendejadas.

¿Y cómo lo hace? Aguantando hasta que la Razón desaparece.

PS: se ha recibido una queja de la uña del dedo meñique del pie izquierdo, que está harta de que la ninguneen.

viernes, 1 de junio de 2007

Realvisceralismo de andar por casa

¿Por qué los problemas del corazón los paga el hígado? ¿Por qué creemos que este órgano de labor oscura, al que nunca le podremos agradecer bastante lo que hace por nuestro metabolismo, va a responsabilizarse también de los caprichos de ese músculo orgánico, o de ese órgano musculado, o de ese órgulo musculano? No, a cada cual lo suyo.

jueves, 24 de mayo de 2007

Espesores y espesuras

Cuando la vida sigue un ritmo lento, paulatino, normal, los recuerdos y sensaciones se depositan con suavidad en la memoria, como un suelo orgánico formado a base de capas y capas de hojas caídas de los árboles y de otros restos de los seres que agotan su existencia en superficie.
Pero en los viajes la formación de la memoria es como un depósito violento, torrencial.
En la última semana, recuerdos entremezclados se agolpan en la memoria del Barón: los recientes, en apariencia más frescos, son relegados por los más antiguos. Un déja-vu constante a lo largo de una semana en Lisboa, cosas en cosas y siempre en las mismas cosas, con seguridad, crudas en el aeropuerto a la ida y a la vuelta, sol en las terrazas, bacalhau en la mesa, gin tónico en la barra, cerveza en la jarra, el puente 25 de abril al oeste, el puente 25 de abril al este, pozos iniciáticos y pozos equivocados y grutas con tres entradas y sólo una verdadera (turismo papagénico, en suma), en la mágica Sintra, bajezas morales en Bairro Alto, tranvías arriba, tranvías abajo, benfiquistas en Porto, paganismo en la Alfama...
Ahora, pasada la tormenta, los sucesos cotidianos vuelven a depositarse con calma y lentitud, pausados, incluso en esta violenta primavera que parece no terminar...

miércoles, 9 de mayo de 2007

Lo que mueve el sexo

Cree el Barón que igual tienen razón sus amigos, y resulta que la mayoría de los varones (con uve) de Cretinia frecuentan el sexo de pago.
La noticia la recogen hoy varios periódicos. Merece la pena su lectura, ya que es una lección de honestidad, valentía y espíritu de superación, aunque hay que reconocer que el hombre tiene mala suerte: hace tres años, la silla no entraba en el lupanar; ayer, las malditas vías rápidas que están invadiendo el país le jugaron una mala pasada. El Barón le transmite al señor Navarro su solidaridad, y le emplaza a que instale un GPS en su silla.

jueves, 3 de mayo de 2007

Ultrahuiqui

Amigos, amigas. El Barón se siente sumamente honrado de albergar en un su Salón Dorado a tan inquietas mentes: el diálogo mueve el mundo, no les quepa duda. Amigo Jabalí, embista o provoque, usted mismo se sirva de este foro que se ha puesto a su disposición: lo importante es que motive la discusión. A raíz de su intervención, atienda a la respuesta que el Barón da a Garçon del Pis, porque le puede interesar.

Amigo Garçon: el Barón le agradece profundamente sus continuas intervenciones, que amenizan (e, incluso, avivan) su por ocasiones mustio Salón. Pero, qué le vamos a decir, discrepa en lo más hondo de su argumentación. Por dos razones: la primera, porque renuncia a la esencia de la creación literaria, que no es sino la capacidad de reinventar lo que ya ha sido inventado, lo que ya ha sido vivido y experimentado ("no hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil", huiquificando al huikritor Jabalí). ¿O que sería de la literatura sin gente como el huikritor Cervantes (Amadís et alii), o Joyce (ya sabemos de quién hablamos), por poner ejemplos exagerados? De nada valen los pastiches, pero, ¿para qué sirven los originales?

La segunda razón es su propia incoherencia (o el Barón ha malinterpretado sus argumentos). ¿Cuando se refiere al rey se está refiriendo al mismo Rey que entiende el Barón? Porque, si es así, entonces ha puesto el ejemplo perfecto para desmontar su propia argumentación. ¿O es que hay, en toda la historia de la música de todos los tiempos y lugares, alguien que haya superado al Rey en capacidad de huiquificar el sonido, el espíritu de todo un pueblo, de una raza sojuzgada, deportada y aplastada, y convertirlo en una mercancia empaquetable, grabable, vendible y reproducible en años, lustros y décadas venideras? ¿Es eso malo? El Barón no lo sabe, pero sí sabe que esa huiquificación no le resta méritos al rey, hasta se los podría anotar en la cabecera de su cama de platino.

Por lo demás, ¿como podría concebirse una Ultranoite como la de este sábado sin el poder huiqui? ¿Como sería posible imaginar un Mariano Rajoy disfrazado de Hamlet y sus dudas existenciales? ¿Un Santiago rebelde y abroncador? ¿Un Cabaret Baltar que reemplaza todo el poder revolucionario del original con la gracia irredenta de la parodia política? Gracias, amigos de la Sala Nasa, por el rato que habéis proporcionado al Barón. ¡Viva el movimiento huiqui!

lunes, 23 de abril de 2007

Huiqui-experimento

El Barón, osado como es, le ha tomado la palabra al grupo de lo wikritores y se ha atrevido a huiquificar a un clásico. Ruega le eximan de culpa si no respeta las normas del manifiesto por una literatura huiqui, pero tenía que intentarlo.

thewaste_land.thomas_elliot.baronde_mediopelo.wiki
EL ORIGEN DE LOS VIVOS

Abril no es más cruel que cualquier otro mes, seguirán brotando
las lilas de adentro de la muerte terráquea, confundiéndose
el olvido y la pulsión, estremeciéndose
las raíces marchitas con lluvias inesperadas.
El invierno nos dejó indiferentes, cubriendo
de memoria nívea la tierra, pero racionando
las dosis de vida en píldoras del tamaño de una uña.
El verano llegó puntual a su cita, cuando estábamos en Lisboa,
con un sol refulgente; hicimos un alto sobre el puente naranja,
y seguimos hacia el este, una nube pasajera, hasta la Alfama,
y bebimos licor café, y hablamos toda la noche.
Eu nâo sâo espanhol, venho da Galiça, sâo um autêntico portugués.


jueves, 19 de abril de 2007

De caceria.

De caceria.

El Barón no ha podido encontrar ningún video original con la canción de Def Con Dos, así que sus invitados tendrán que conformarse con este otro, algo más explícito, que sirve de homenaje a ese gran país cuyas huellas seguimos con veneración en este abigarrado Reino de Cretinia.

martes, 17 de abril de 2007

Parece que sí que era...

La pequeña polémica montada en torno al anuncio de un automóvil con el sonido de fondo de la voz de Julio Cortázar parece haber finalizado. Un desinteresado interesado ha enviado el archivo de audio a otro blog donde se había discutido el tema. Dice que sí que es Cortázar; pero, claro, el discurso está sensiblemente alterado. De dónde era el fragmento ya se sabía; las dudas eran sobre si era la voz de Cortázar o no.

Esto es lo que dice el tal Gon:

Sí, es Cortázar. Él acostumbraba narrar muchos de sus relatos. Para la publicidad tomaron una parte de “Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj” texto perteneciente al imperdible “Historias de cronopios y de famas”.
En el siguiente link podrán encontrar el audio completo,
Saludos!

http://www.geocities.com/juliocortazar_arg/prembreloj.htm

viernes, 13 de abril de 2007

De las casualidades o el destino

Al Barón siempre le han llamado la atención esas casualidades que se producen de cuando en cuando. Siempre le ha gustado pensar en lo irreversible del conocimiento: una vez que se conoce un dato (un nombre, un lugar, una fecha), ya no hay vuelta atrás. Alguien dijo "lo malo de saber leer es que no tiene remedio". Y no fue Kurt Vonnegut.
El Barón, en su ignorancia, ha de reconocer que nunca antes había reparado en el nombre de Kurt Vonnegut (KV). Hasta que, hará unos diez días (puede que un 29 de marzo), dos buenos amigos le regalaron "Un hombre sin patria". El 30 de marzo, Kiko Amat, en Babelia, reconocía su deuda con KV. El 4 de abril, el duque de Saint-Ouen reproducía en su blog las "8 Reglas para escribir ficción", de KV. El propio Barón, en fecha reciente y tras haber leído el susodicho libro, reprodujo en su blog una cita de KV: "la vida no es forma de tratar a un animal".
Ahora, KV está muerto. El Barón le quiere agradecer los momentos de dicha vividos mientras leía su libro; y al Destino haberle brinbdado la oportunidad, in extremis, de disfrutarlo en vida del autor; y a sus amigos Harmodio, Garçon, Jabalí y Belflor sus ayudas...

miércoles, 11 de abril de 2007

Las dudas del Barón

Cambiar o no cambiar: ésa es la cuestión. Cuál es más digna acción del ánimo, ¿mantenerse firmes y perserverar hasta lograr concluir una historia que ya bulle desde hace demasiado tiempo, que puede que haya perdido sus cualidades, y que, además, crece lenta, muy lentamente, en filitas de palabras que, poco a poco, suman párrafos y así, más despacio todavía, capítulos, o dar rienda suelta al impulso redentor de una comedia sarcástica que libere los demonios de Cretinia en una isla amenazada por un volcán purificador, aprovechando la llegada de la primavera y la consiguiente alteración de la sangre?
El Barón duda y pide consejo a quien quiera dárselo...
Como dice Kurt Vonnegut: "La vida no es forma de tratar a un animal".

jueves, 29 de marzo de 2007

La doblez

Hay objetos cotidianos y mínimos que suscitan nuestra continua indiferencia pero que, en ocasiones, se rebelan contra su insignificante destino y se muestran al mundo como metáforas reveladoras de la condición humana.

Centrémonos en los guantes de fregar. ¿Acaso esas fundas de látex, de colores llamativos con frecuencia, de usar y tirar también con frecuencia, no son como la ética?

Con ellos nos protegemos las manos para llevar a cabo acciones desagradables sin miedo a mancharnos o contaminarnos. Pero, cuando queremos ser nosotros mismos, dedicarnos a lo que de verdad nos gusta, nos los intentamos quitar y entonces sobreviene la pequeña tragedia, en forma de duda: ¿cuál nos quitamos primero? (Los zurdos que lo interpreten a la inversa). ¿La mano derecha, la ética de la responsabilidad, para poder maniobrar con soltura a la hora de sacarnos, después, el guante izquierdo, la ética de la convicción, que queda, entretanto, a salvo de la contaminación? ¿O nos sacamos primero la ética de la convicción porque con la ética de la responsabilidad tenemos más facilidad para comenzar la engorrosa tarea? Por supuesto, siempre agarrando el guante por la abertura, por ese lugar indefinido en el que nuestra extremidad buscaba refugio, nunca por la zona contaminada, exhibida.

Después está el problema de la doblez. ¿Por qué se dan la vuelta y nos muestran nuestras miserias íntimas? Porque, sí, los guantes nos protegen de la suciedad exterior, pero no nos protegen de nuestra propia transpiración, que queda así expuesta a nuestra mirada y a la de quien se pasee por el lugar. Y lo que vemos no nos gusta, ni debe interesar a observadores no deseados.

Para rematar, está el problema de los dedos que se encogen, como si las falanges temerosas de escapar del encapsulado se replegasen sobre sí mismas en un movimiento retráctil que impide que la funda vuelva a su posición original. Entonces es cuando no nos queda más remedio que entrar en contacto con las sustancias de las que anteriormente nos protegíamos, al tener que tirar, con las yemas de nuestros dedos desnudos, de las cinco (diez) puntas, por el lado exterior del guante. Todo vuelve a su sitio, pero a qué precio.

Por si acaso, yo siempre le recomiendo al Barón que use guantes más caros, que duran más y no dan tantos problemas, pero él siempre me salta con lo del relativismo moral.

Fdo: La Sombra del Barón.

jueves, 22 de marzo de 2007

¿Quién quiere ser el malo?

Cuando era pequeñito, el Barón pasaba largas horas con su mejor amigo, jugando a indios y vaqueros. El instrumental: los típicos muñequitos de plástico que todo el mundo conoce. La historia: un sangriento cerco de los indios al fuerte, que siempre acababa igual, con dos supervivientes (uno por bando) que hacían las paces y se marchaban juntos por el desértico pasillo adelante, dejando atrás un reguero de sangre, muerte y destrucción (al Barón le encantan los "trópicos", como diría la miss intelijente).

Ahora, dos científicos de California dicen que han descubierto la zona del cerebro en la que se resuelven los dilemas morales. Han estudiado a unos cuantos pacientes con el córtex prefrontral ventromedial (VMPC) dañado, y han visto que estos pacientes no dudarían en tomar decisiones que la gente con el cerebro en su sitio no tiene tan claras. Decisiones como optar por sacrificar a un hijo para salvar a varias personas o matar a sangre fría a un asesino en serie. Decisiones que implican un dilema entre una elección favorable al bien común o condicionada por nuestras emociones y sentimientos. Colectividad e individualidad. Lo socialmente correcto y lo individualmente satisfactorio.

En La vida de los otros, el protagonista se nos aparece como un hombre profundamente convencido de que con su labor policial ayuda a construir el socialismo, que es la emancipación de la humanidad. Dejando al margen si esto es así o no (si es que es posile clarificarlo en abstracto), la cuestión es que el protagonista acaba identificándose con el objeto de su espionaje, hasta el punto de que renuncia a su compromiso con el Otro (el sistema) para favorecer al otro (un individuo). No está claro por qué lo hace (el segundo mayor fallo de la película), pero es un proceso inverso al del daño en el VMPC: donde antes no había lugar a la compasión por el sufrimiento de un individuo concreto, ésta aparece: sin ningún tipo de daños cerebrales. Se intuye que lo que se produce es un ataque de escepticismo, una pérdida de fe en el sistema, que acarrea el propio sacrificio personal del protagonista.

Pero el mayor fallo de la película es que, sumada a esta falta de tacto a la hora de reflejar la ambigüedad moral de los personajes (la de todos), aparecen figuras arquetípicas como el ministro. Un tipo repulsivo en todos los aspectos, que encarna toda la maldad del sistema estalinista (la corrupción del ideal por el poder personal). Demasiado acartonado para ser creíble. Le ocurre a esta película, en opinión del Barón, lo mismo que a La Lista de Schindler con el antagonista: no se puede pretender mostrar la bondad o maldad de un sistema social haciendo aparecer a sus defensores como psicópatas, porque no es real. Todos somos la sociedad y todos somos moralmente ambiguos.

Si hasta el Barón y su amigo, cuando eran pequeñitos, sabían que, al final, después de masacrar a un regimiento de caballería a o una tribu indígena, nadie quiere ser el malo.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Precisión en los términos

El Barón, gran aficionado a detraer frases especialmente significativas de contextos diversos, incorporó el otro día una nueva sentencia a su colección. En una escena de la película Una giornata particolare, de Ettore Scola, el personaje de Gabriel (encarnado por Mastroiani), le dice a su vecina Antonietta (Sofía Loren): "El inquilino del Sexto no es antifascista, es el fascismo el que es anti-inquilino del Sexto".

Por frases como "El que diga que no ha sido ETA es un miserable" (Ángel Acebes tras los atentados del 11-M) o "Esos resentidos que andan ladrando su rencor por las esquinas" (José María Aznar tras la catástrofe del Prestige) o "Esas manifestaciones antidemocráticas" (Rajoy y Zaplana tras las espontáneas manifestaciones de cabreo e indignación, en plena jornada de reflexión electoral, que sucedieron a la sarta de mentiras de Acebes tras el 11-M), o tantas otras lindezas que suelen proferir los representantes del Partido Popular, muchas personas, entre ellas el Barón, siguen esperando que alguien les pida disculpas públicamente. El Baron, como muchos otros, no es anti Partido Popular, es el Partido Popular el que es anti-Barón.

Y Gaspar Llamazares se equivoca (nueva precisión) al decir que el PP está utilizando a la ultraderecha como fuerza de choque: Es la ultraderecha la que está utilizando al PP como fuerza de choque.

Y en el próximo programa, hablaremos del gobiern0.

miércoles, 28 de febrero de 2007

El original y la copia

Ayer el Barón tuvo la fortuna de ver una película por la que sentía cierta curiosidad en los últimos días: Infernal Affairs (traducida por los siempre traviesos distribuidores españoles como Juego Sucio). Es el original hongkonés remakizado por Scorsese. De su visión el Barón extrajo algunas conclusiones:
Boston está más próxima que Hong Kong: esto se refleja tanto en la forma de hacer cine (y es que en Cretinia estamos mas que acostumbrados al cine USA), mucho más cercana en el caso de Scorsese, como en los mismos personajes (el Barón reconoce que le costó algún trabajo distinguir a los protagonistas, a pesar que uno llevaba perilla).
Al contrario de lo que suponía el Barón, la versión estadounidense es mucho más violenta (cabría decir "sangrienta") que la china. La violencia en la versión hongkonesa está dosificada al máximo, reservada para los momentos cruciales de la trama y restringida al sonido de la pistola, sin apenas sangre. Pero esta inhibición de la violencia tiene, a juicio del Barón, un efecto perverso: no ayuda a compartir la angustia de los personajes, no hastía, no hace sentir asco de la misma podredumbre que se está mostrando (Scorsese es un maestro en eso). Nunca acaba uno de identificarse con ellos, ni siquiera con el "bueno" (el guionista de Scorsese dispuso de media hora más, indispensable para presentar a unos personajes oscuros y contextualizar una trama enredada).
Tampoco el ritmo está tan logrado en el original como en la copia (¿cuestión cultural?, puede ser). El ritmo frenético de la película de Scorsese se apoya en artificios (la música es fundamental), pero está claro que los encuadres, la sucesión de imágenes y el montaje son espectaculares. Un argumento como el que se narra se merece una realización así (quizás es que aquí estamos acostumbrados a esa forma de narrar), aunque la versión original también tiene algunas escenas muy logradas, pero precisamente por eludir el mostrar la violencia en primer plano.
La interpretación: la china es contenida en diálogos, importa más el gesto. La yanqui es nerviosa y convulsa, uno de los personajes es frío, el otro también, pero intenta huir cada vez que puede de la pesadilla de una identidad falsa de la que no tiene escapatoria. Grande Di Caprio, gran Martin Sheen, gran Nicholson. Los actores chinos son poco conocidos, su interpretación es muy buena, pero, sin embargo, tampoco permanece en la memoria (¿por qué será?)
Desde luego, el Barón ha echado un vistazo a algunas opiniones en la red y las hay que se inclinan por ambos bandos. Los hay puristas y los hay secuelistas. El Barón cree que las dos son más que notables, pero cada una en sus parámetros. Volvería a verlas las dos, y anima a quien visite el Salón Dorado a dejar sus opiniones al respecto., como siempre.

jueves, 22 de febrero de 2007

Nueva bienvenida y poco más

El Barón de Mediopelo quisiera pedir disculpas por la demora en recibir a su nueva invitada. Sus obligaciones le han mantenido muy ocupado estos días, pero se alegra mucho, porque tiene un corazón aterciopelado, de ver que hay gente que comparte sus sentimientos, aunque los exprese con mayor crudeza. La Interrogación, sé bienvenida a esta tu casa. Espero que en adelante quieras compartir las inquietudes del Barón y sus huéspedes, y que hagas honor a tu nombre planteando nuevas disquisiciones y enigmas cotidianos.
Dado que en estos momentos su mente no está para despilfarros, el Barón sólo puede exhortar a sus invitados a que respondan a la siguiente pregunta: ¿Puede llegar a ser contraproducente que Castellón haya elegido a Luis Aguilé para promocionar el turismo en la provincia?
(No es necesario, pero sí recomendable, ver el vídeoclip).

lunes, 19 de febrero de 2007

El malestar en la (post)cultura

Se preguntaba Freud que por qué a los seres humanos que viven aquí, en este mundo nuestro tan adelantado (y eso sin saber hasta dónde llegaría la tecnología, y sin haber conocido ni Auschwitz ni a George W. Bush, ni al Koala) les resulta tan difícil ser felices.
Le tenía que haber preguntado a Britney Spears (no he colgado la foto por una cuestión estética; a los no avezados en la crónica rosa internacional se les informa de que esta infortunada muchacha, divorciada y con dos hijos, ya ha "escrito" dos libros, desconociéndose el número de árboles que habrá plantado, y todo con veinticinco añitos) por qué no es feliz.
Ella lo ha intentado mostrar ingresando en un centro de desintoxicación por un periodo de unas interminables veinticuatro horas, a la salida del cual se dirigió a la peluquería y ella misma procedió a demostrar su infelicidad cortándose el pelo al cero. Allí estaban las cámaras y los periodistas dispuestos a irradiar al mundo la amargura de la pequeña Britney.
Sugerencia: Britney, si quieres sentirte útil, alístate voluntaria en los marines y vete a Tikrit.

Fdo. La Sombra del Barón.

Se necesitan ideas brillantes

Ante la avalancha de participaciones en el juego de los refranes (gracias, Duque de Saint Ouen, y gracias, Anónimo), el Barón se plantea realizar una campaña publicitaria, ante el riesgo cierto de perder a sus patrocinadores, que se niegan a hacerla por sí mismos. Se necesitan ideas para dicha campaña.
También se agradecerán ideas y sugerencias para la fiesta de disfraces a la que el Barón pretende acudir esta noche: las condiciones son duras, porque el Barón no tiene tiempo para agenciarse algunos adminículos que le remontarían a sus años mozos, así que tendá que tirar de fondo de armario, pero sin fondo de armario.
El Barón aprovecha este arrebato para poner a prueba un pequeño párrafo de su inédita obra:

Al norte de la ciudad bendita, la de brazos hospitalarios y piedra húmeda, la de los funcionarios de traje y corbata y ventanilla de al lado, y de los de tiza y apuntes, la de tenderos que cobran en pesetas si no en pesos, la de visitantes devotos, mochileros y congresistas, la de sotanas y hábitos que barren las junturas de las losas que recubren mil años de plegarias, al norte de todo esto hay un espejismo de gloria fabril, un gran aborto de modernidad, un anhelo de sersinser, un conjunto inverosímil en el que se aglutinan todos los que no usan corbata, ni tiza, ni mochila, ni rezos, ni trafican con productos frescos, si no con coches, muebles, consejos, bollos en serie y demás elementos de una orquesta incongruente a la que llaman polígono industrial.

El Barón desea a sus lectores un Antroido legítimo.

jueves, 15 de febrero de 2007

El juego de los refranes exquisitos

En días tan grisis el Barón se aburre y lanza un concurso: esta vez le ha tocado al Juego de los refranes exquisitos. Consiste el juego en componer refranes ingeniosos (no como el que sirve de ejemplo) a partir de dos o más refranes o dichos populares ya existentes. El premio es honorifico, pero seguro que surge alguna idea brillante y/o conmovedora.
El Barón sugiere algo así como A río revuelto todo son pulgas (sí, el Barón ya sabe que no es de troncharse, pero es para que sus invitados capten la idea).
Anímense.

martes, 13 de febrero de 2007

Agradecimiento

El Barón quiere agradecer las primeras muestras de cariño recibidas tras la apertura de su Palacio. Anónimo, Garçon del Pis: el Barón les da la bienvenida.
Para celebrarlo, ha habilitado el desván como Cámara Maravillosa, y allí empiezan a acumularse algunas cosas curiosas que el Barón se encuentra por el mundo adelante, y que recoge con ansia coleccionista y con fervor. Son objetos e imágenes de artistas que suscitan su admiración.
Y pronto abrirá al público su Jardín de los Monstruos, para que pueda compartir sus miedos e inquietudes con todos aquellos que se atreven a descubrir el lado más sombrío del alma humana.
Y no sólo eso, sino que lanza un primer tema de discusión, mejor dicho, dos:
-¿Tiene razón Buenafuente al rechazar el premio por no compartirlo con Jiménez Losantos (firme candidato, por otra parte, a formar parte del Jardín de los Monstruos)?
-¿Tiene razón Viggo Mortensen (cuyo nombre esperemos que no sea ninguna profecía del futuro del Celta en esta temporada) al criticar a Almodóvar por no acudir a la gala de los Goya?
El Barón les invita a su Salón Dorado y les anima a participar en tan interesante (aunque un poco pasado) debate.

viernes, 9 de febrero de 2007

Presentación en sociedad

El Barón de Mediopelo lleva una vida plácida y sosegada, sólo alterada por las espontáneas efusiones de su dionisíaca Sombra.
En su humilde Palacio, el Barón recibe a sus visitantes con alegría, deseoso de entablar con ellas y con ellos enriquecedoras tertulias y discusiones, una de sus aficiones favoritas, sobre los mil y un problemas y desgracias que aquejan al esperpéntico Reino de Cretinia, del que forman parte sus dominios. Aunque también los problemas del Mundo pueden ser objeto de disputa. Para estas tertulias, el Barón ha habilitado un rincón especial de su Palacio: el Salón Dorado.
Pero el Barón es, también, un irremediable esteta: le gusta disfrutar de la naturaleza y aun de las obras de arte de sus congéneres, aunque sea un escéptico igual de irremediable sobre el futuro de la especie. Para poder disfrutar de esas obras ha dispuesto un ala entera de su palacio: la Galería de los Espejos.
Incluso, a veces, el Barón se atreve a exponer ante sus invitados sus propias obras, en forma de apunte sencillo, de crónica cotidiana, o de diario de viajes (aunque rara vez abandona sus dominios).
El Barón aspira a ser un Grande de Cretinia, y, aunque ocupa el lugar más bajo en el escalafón nobiliario, no duda un momento en otorgar títulos a todo el que frecuenta su Palacio: así de bien trata el Barón a sus invitados.

El Barón os da la bienvenida a su Palacio.