martes, 30 de diciembre de 2008

Dos sueños

1) El Barón ha soñado esta noche con un grupo de jóvenes palestinos (algunos eran rubios) que corrían hacia un portal para refugiarse de la lluvia de fuego. La pulsión genocida de Israel no conoce límites: hasta invade los subconscientes ajenos. Quizás aquel gran judío llamado Freud hubiese podido interpretar ese sueño, que no parece demasiado simbólico. Quizás aquel otro judío llamado Kafka habría reflejado mejor que el Barón la impotencia y desolación ante la maquinaria bélica que pretende aplastar a todo un pueblo. Quizás, y ojalá, toda esta pesadilla nada tenga que ver con la pureza de sangre y los odios atávicos acumulados por el pueblo judío, y sí con circunstancias históricas cambiantes y contingentes. Quizás haya que recordarle a los israelíes qué le ocurrió a Ana Frank y a un III Reich que, decían, iba a durar mil años...

2) Que el 2009 no sea peor que el 2008.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Figuras

No es agradable recorrer un paisaje y adivinar que nunca llegaremos al sol porque siempre hay un mar, más allá de las montañas, que se interpone entre nosotros y él.
Tampoco la extensión del horizonte es franqueable; no hay grandes fisuras (aunque los paréntesis sean rugosidades en la tierra [y los corchetes cavidades en la roca, madrigueras que se ramifican en las profundidades, conexiones secretas entre la superficie terrestre y el sol, entre el presente y otros tiempos pasados o futuros] que muchas veces restringen nuestra visión del mundo) y predomina la continuidad.
En breves días el Barón abrirá un soleado corchete dentro de un paréntesis al que, posiblemente, nunca sabrá poner un adecuado final.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Pacífico

El nombre, el título, muy importante: Pacífico. Es directo y evocador. Es, a vuelta de novela, provocador. Expresa la amplitud, la universalidad, lo inimaginable por sus dimensiones, “el océano que no tiene memoria”. Contrasta (de ahí la provocación) con la realidad geográfica que se narra: una familia en apenas un barrio –un piso, una pensión, un comercio- de una ciudad que se quiere Barcelona, que regurgita recuerdos y los fagocita después, mediante la memoria de la voz que nos narra.

De ese contraste emana la magia de la historia contada y sus temas (la familia y el amor, la lealtad y la libertad, el azar y la fatalidad, lo individual y lo universal) a través de un acontecimiento esencial que se va filtrando página a página, hasta la reconstrucción final, el descubrimiento, el colmo de la evidencia camuflada tras la más inverosímil de las apariencias, para revelarnos así la crueldad del destino, la imposibilidad de revertir la vida y reparar los errores propios y ajenos.

Por cómo se afrontan esos errores, cómo influyen las variables posibles en la traza de cualquier trayectoria vital, se dibujan los personajes necesarios: los justos para que constituyan muestra e historia, sin excesos y con secundarios que parecen sombras del subconsciente. El padre y el hermano: los protagonistas, los dueños de la desgracia, las víctimas de la vida, el referente negativo de un narrador que sufre por no encarnar su ideal: el escritor de trágico destino en su búsqueda incesante de la verdad (como Hemingway), y que adopta la forma del escritor de doble vida (agente de seguros, deconstructor del ser contemporáneo: como Kafka). Las mujeres de ambos, que sufren los efectos colaterales, que buscan su propio camino, y que son germen de todo. El hombre que no es familia, que es primero testigo y después protagonista pero siempre como quien goza del agua sin mojarse los pies. Y otros seres que jugarán su papel.

Estos seres y sus recuerdos transitan a través de la historia sin perder nunca la forma, sin salirse de su propia silueta, sin alterar la atmósfera del conjunto, una mezcla de ensoñación, crudeza, nostalgia, dulzura y alivio, de tragedia blanda cubierta de caramelo endurecido.

Un producto que parece liviano, ligero como el carbono, de apenas 200 páginas, pero pleno de oxígeno, fluido, elaborado minuciosamente durante siete largos años por ese agradable descubrimiento (del Barón, se entiende) llamado Garriga Vela.

jueves, 20 de noviembre de 2008

La escritura

Quizás la diferencia estribe en quién concibe la escritura como un acto de frivolidad y quién como un acto terapéutico.

Quién como un apéndice de la vida y quién como un refugio ante la adversidad.

El año próximo se publicará un relato del Barón en un libro colectivo, aunque la buena noticia apenas merece su disfrute ante la lógica aplastante de la naturaleza que ha golpeado por dos veces en la aldaba de palacio. Ni aun así perderemos nunca de vista el espíritu esperpéntico que se pavonea por el jardín, ni la capacidad de conjurarlo a través de los visillos.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Una pequeña frustración

Placebo, de momento, seguirá siendo Placebo. Ahora que, inspirado por la preparación de las vacaciones de Navidad, el Barón había encontrado el título perfecto para su engendro novelístico-esperpéntico en marcha, descubre que tal título ya existe, publicado por Planeta en 1975, escrito por Ángel Palomino y, lo que es peor, con una temática semejante (aunque ambientada en otros contextos). El Barón se dispone a buscar la susodicha novela y exorcizar así cualquier espíritu diabólico que pudiera anidar en las viejas columnas de libros apiladas en los almacenes de las librerías con solera. La intención es leerlo en esos días que darán carpetazo al año en curso, a buen seguro acompañados de sol, agua, naipes y otros pasatiempos menos inofensivos para nuestros hígados respectivos.

martes, 4 de noviembre de 2008

Obama is different?

Hay dos personajes en contienda:
Uno encarna los valores de la América profunda, el esfuerzo individual, el espíritu de frontera, la providencia divina y todos esos cánceres ideológicos que no van a desaparecer gane quien gane y que, mientras aniden en buena parte de la población del estado más poderoso del planeta, llevarán a éste por la senda de la autodestrucción.
Otro encarna parcialmente esos valores, pero también representa un concepto diferente de la ciudadanía e, incluso (aunque poquito) del papel de los EE.UU. en el mundo. En todo este tiempo como personaje público ha dado muestras de su inteligencia y preparación, ha hablado de problemas que ningun candidato había mencionado antes (la proliferación de armas de fuego, la desigualdad económica intolerable).
El Baron, gracias a la ausencia de televisión, ha tenido oportunidad de escuchar este mediodía un fragmento de un discurso de Obama y ha de reconocer que tiene gancho, carisma y fuerza. Como nunca había visto (ni escuchado) en un político estadounidense.
Aun así, el Barón confiesa que poco le importa el resultado de las elecciones en EE.UU., porque la experiencia nos dice que no suele tener trascendencia. Sin embargo, W ha demostrado que quizás no sea lo mismo una cosa que la otra. Obama también puede que tenga la ocasión de demostrar (si ese sustrato social lunático no se impone en las elecciones) que, efectivamente, puede que no sea lo mismo. Si es capaz de imponerse a los intereses del Gran Capital y si algún fanático con un rifle o una bomba no se interpone en el camino.
El diagnóstico final: es probable que nada cambie gane quien gane, pero es seguro que nada va a cambiar si gana McCain.

lunes, 3 de noviembre de 2008

El hueco

Qué triste y desamparado queda el hogar del Barón sin ese aparato tan denostado pero del que tanto cuesta privarse. Esa caja tonta que era la única ventana al mundo hasta la aparición de Internet.
Ahora está en la UCI y el Barón confía en su curación: ojalá no sea necesario un trasplante, ya que se trata de un modelo en extinción.
Durante los próximos días, el hogar del Barón permanecerá ajeno a algunas cuestiones cruciales que se dirimen en el mundo: si el nuevo corazón del imperio será negro o blanco, si Cretinia será admitida en la cumbre, y lo que es peor, si el Barça proseguirá su racha victoriosa en la Champions...
Que sea para bien...

miércoles, 29 de octubre de 2008

Fragmento de Placebo 7 (a falta de otros frutos de un espíritu hoy exprimido)

-A ver, Luis –dice Nicanor sin mover un músculo. –En la vida no hay cosas más serias que otras. O te lo tomas todo en serio, o no te tomas nada, y entonces estás dispuesto a cualquier cosa con tal de vivir la vida. Y eso es muy serio.

Luis reflexiona sobre las palabras de Nicanor, pero no llega a ninguna conclusión.

-Me pierdo –reconoce con resignación.

-Hubo un tiempo en que la vida era una disyuntiva constante, -prosigue Nicanor-. Como un camino en el que constantemente tuvieras que elegir una alternativa. Apenas había tiempo para pensar, para decidir.

-Ya –asiente Luis.

-Podías pensar unos segundos, pero entonces tenías que detener la marcha antes de seguir el rumbo elegido. ¿Me sigues?

-Sí, claro.

-Y no había vuelta atrás. Pero eso ha cambiado. Ahora hay una libertad que antes no había.

-¿Y eso que quiere decir?

-Ahora, en teoría, todo va más rápido; la vida nunca se para.

-Eso es verdad.

-Pero eso es la apariencia que oculta la realidad. Fíjate en las carreteras.

-¿En las carreteras?

-Sí. Antes, si te pasabas un desvío, no había más remedio que detener el coche y dar la vuelta donde pudieras. Había una parada y una rectificación.

-Sí.

-Pero, ahora, ha llegado a nuestras vidas un invento sensacional, revolucionario.

-¿Cuál?

-Las rotondas.

-Y, ¿qué pasa con las rotondas?

-Pues que no hay que parar la marcha. El mundo no se detiene, pero eso no significa que tengas que tomar decisiones irreversibles en décimas de segundo. ¿Que te pasas el desvío? Pues das otra vuelta mientras te lo piensas. Y así hasta que te decidas. Las rotondas te dan oportunidades infinitas. Y así es la vida hoy en día. No para nunca, pero siempre habrá otra oportunidad.

-Entonces, ¿el plan sigue en pie? –pregunta finalmente Luis.

-Pues claro.

-¿De qué plan estáis hablando? –pregunta Lucía.

jueves, 16 de octubre de 2008

Solucións

Un visionario artigo do líder de Siniestro Total coa mellor solución para sairen da crisis: deixalo todo en mans dos galegos.

martes, 14 de octubre de 2008

La clave

"La sociedad actual no fue la forma natural en que evolucionó la vida humana; ha sido una creación del hombre ya mentalmente desarrollado, sin la cual no se puede concebir su propia existencia. Lo que se plantea es, por tanto, si el ser humano podrá sobrevivir al privilegio de poseer una inteligencia creadora".

Fidel Castro, La ley de la selva

viernes, 10 de octubre de 2008

Angostura

En días recientes, por motivos relacionados con determinadas lecturas y actos, vuelve al Barón una sensación que nunca le ha abandonado, aunque a veces permanezca soterrada, latente.

Es la sensación que proporciona no tanto esta vida más o menos plácida, más o menos cómoda, más o menos sin sentido, sino su comparación con otras épocas, a partir del ejemplo de la generación que nos precede, esas gentes nacidas en un período sombrío y triste (o poco antes, o poco después), que supieron luchar contra el destino y sobreponerse, que pudieron (es cierto, quizás no sea tanto una cuestión de voluntad como de circunstancias) marcarse una meta, darle un sentido nítido a sus vidas, un horizonte, un objetivo existencial concreto.

Una generación de luchadores, de hombres y mujeres que tuvieron la desgracia (o la suerte, en un sentido existencial) de vivir una vida marcada por la atmosfera asfixiante de la España más negra y opresiva. Esos hombres y mujeres que supieron (ellas más, porque lucharon frente a una doble opresión), en un momento dado, adaptarse a esa circunstancia, buscar la luz al final del túnel. Todo esa vida, como dice Manuel Martínez en su “Homenaje a Barcelona”, plena de vigor intelectual y solidaridad, por contraposición a esta época nuestra, tan conformista y mediocre, en la que no se vislumbra qué forma de lucha es la más adecuada para salir del atolladero y las relaciones sociales se multiplican en una red más y más compleja a la vez que el individuo se atomiza y se aísla en ella.

Decía Vázquez Montalbán que contra Franco se vivía mejor; al Barón no le cabe la menor duda, porque él se refería a un aspecto fundamental, que es la necesidad humana de dar un sentido social (y político) a su vida. Hoy ese sentido es profundamente privado (y, por lo tanto, apolítico), como la promoción profesional, el cuidado de los hijos e incluso el arte concebido como experiencia íntima. Cuando no es así, el sentido social de la existencia se centra en la vida comunitaria; es un acto social, sí, pero con un extravío importante respecto a lo que éste debería ser: la gente se junta para beber y fumar, como siempre, pero el objetivo último, lo que siempre está más allá, no es el afán de transgresión (como antes). No se va al cine ni se lee un libro para salir de él con preguntas ni con respuestas, ni con dudas ni con certezas, se va al cine o se lee un libro para pasar un buen rato y olvidarse de los problemas reales, materiales, prácticos e inmediatos, que siguen estando ahí (¡claro que sí!) pero cuyo origen ya no es nítido, ni su causa concreta. Pero el objetivo ya no es buscar el origen y la causa de esos males, sino evadirse de ellos, olvidar conscientemente, huir de la ansiedad que produce ese vacío, esa ausencia de fronteras que transgredir, que se agranda con el paso del tiempo y con la cada vez más cierta y próxima disolución de la humanidad en el caos por ella misma provocado.

¿Quién permanece a salvo de todo esto? Los que nunca han cambiado su modo de vivir, los que siempre han sido conformistas, los que siempre han situado su horizonte vital en las proximidades, los que habitan en el valle y no ven más allá de las montañas que lo envuelven, los que no son ni más ni menos felices (salvo circunstancias vitales puntuales y al margen de las comodidades que proporciona el “progreso”) que sus padres ni que sus hijos. Nadie les debería reprochar nada a los habitantes del valle, pero el Barón siempre admirará a esa generación de luchadores que le precede, a esos hombre y mujeres que buscaron, y siguen buscando, la salida del valle más allá de las montañas.

jueves, 9 de octubre de 2008

Veinte palabras problemáticas

Ésta es la lista de las 20 palabras que, según una página web (SpinVox), más les cuesta pronunciar a los españoles:

1. Viniste - veniste
2. Trastorno - transtorno
3. Prejuicios - perjuicios
4. Idiosincrasia - idiosincracia
5. Sarpullido - zarpullido
6. Ineptitud - inaptitud
7. Madrid - Madri
8. Esparadrapo - esparatrapo
9. Helicóptero - helicotero
10. Fortísimo - fuertísimo
11. Croqueta - cocreta
12. Tortícolis - torticulis
13. Popurrí - pupurri
14. Pobre - probe
15. Restricción - restrincción
16. Haya - haiga
17. Mahonesa - bayonesa
18. Pamplona - plamplona
19. Solidaridad - sodilaridad
20. Institucionalización - institutonalización

La mayoría son ya conocidas, desde luego. Algunas hasta es difícil decirlas mal (¿sodilaridad?) pero hay una que más bien parece increíble: ¿acaso es más fácil decir Plamplona que Pamplona?

miércoles, 8 de octubre de 2008

Fuera máscaras

Por fin alguien se digna a sacarse la máscara y decir en público lo que piensa. En el telediario del lunes, Jesús Álvarez, concursante de "Mira quién baila" que también ejerce como periodista deportivo se atrevió a decirlo claramente. Su compañera le dio la entrada a la sección deportiva con un comentario inocuo: "Ha sido una jornada extraña, con esa goleada al Atlético (por parte del Barça) y con el empate del Madrid (frente al Espanyol)". ¿Cuál fue la entrada?: "Sí, no ha sido una buena jornada para los equipos españoles".
Lo cierto es que el Barón vio ese telediario y realmente no notó nada extraño hasta que leyó que el comentario se había convertido en noticia en los periódicos, y piensa como Jesús Álvarez: ¡¡Abajo los equipos españoles!! (aunque, si el Español no es español, ¿qué carallo es?)

martes, 7 de octubre de 2008

La selección natural

Dicen que la naturaleza es sabia, pero no es cierto. Si lo fuese, no habría permitido que el Homo Sapiens sobreviviese como especie gracias a su intelecto. Ahí se acabó la historia de la Tierra y empezó la del hombre. De entonces a ahora, una huida hacia adelante, un callejón sin salida en el que, cada vez de forma más acelerada, constreñimos a los demás seres vivientes a sobrevivir en reductos de naturaleza que acabarán convertidos en parques zoológicos de lujo. Ni siquiera criaturas como ésta, tan tiernas y, supuestamente, tan bien adaptadas (puede ver en la oscuridad y girar su cabeza 180 grados, como los tanques de EEUU en Irak) existirán ya, así que pasen unos pocos años. Salve, humilde tarsero. Mala época te ha tocado vivir.

lunes, 6 de octubre de 2008

Despertarse en la noche borrascosa

Las contras se abrieron y allí estaba ella, con su traje oscuro y sus churretes de cristal. El anticiclón ha abandonado Compostela para emigrar al sur.
Demos la bienvenida al primero de los sucesivos frentes borrascosos que vendrán a visitarnos de aquí en adelante, durante los próximos meses, con puntualidad británica, unos más efusivos, otros más tímidos, cada uno con su personalidad.
Si es cierto que Europa es nuestra casa común, Galicia es la portería: por aquí pasan todos los visitantes; algunos llegan hasta el fondo, otros sólo vienen a dejan un paquete; algunos vienen a dar un recado y se marchan, otros son los típicos que no se van nunca y que hay que acabar echando con indirectas y sortilegios. Pero esto es la salsa estacional de la vida.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Para que no se diga que todo es guerra

Un fragmento de Placebo 5, escrito al tiempo que se desencadenaba esa guerra sin cuartel:

"Abre los ojos. La silla es demasiado cómoda y está cansada. La maldita regla. Ya va para el cuarto día y todavía le está dando la lata. Se levanta mientras recuerda el sueño. Tendrá que preguntarle a Casimiro. Casimiro, el camarero de la cafetería de la facultad, es un fanático de Freud. Se sabe de memoria La interpretación de los sueños. No ha estudiado psicología pero sabe más que ningún psicólogo que haya conocido. Es su confidente, con su calvita brillante y sus ojos saltones. Seguro que él le puede dar alguna pista acerca del significado. ¿Un huevo? Abre la puerta del armarito del cuarto de baño y coge un sobre de Espidifén. Lo prepara en la cocina. Se lo bebe y vuelve a sentarse frente al ordenador.

No hay futuro

No hay futuro

No hay futuro

No hay futuro. Es increíble lo que puede conseguir un simple signo de puntuación. La diferencia insalvable entre la esperanza y la resignación. Un No hay futuro abierto, condicional, dependiente. Un No hay futuro. tajante, radical, definitivo. No hay futuro. para Claudio, pagado de sí mismo pero tan ingenuo al mismo tiempo. Siempre envidió su carisma, pero despreció la poca profundidad de sus afirmaciones, el poco calado de sus opiniones. Juan Carlos siempre duda. Con él, nunca se sabe. Con él es un No hay futuro sin signo de puntuación. Tampoco lo hay, pero el final está abierto. ¿A dónde vamos?

Cierra los ojos y quiere volver a soñar. Ya ha pasado lo peor. Ya ha puesto el huevo. Quiere incubarlo. Cierra los ojos y se fuerza a pensar en él. Como hacía de pequeña con Los Simpson. Le gustaban tanto que siempre se acostaba pensando en lo que disfrutaría si lograra soñar con aquellos personajes amarillos. Si deseas con todas tus fuerzas soñar con algo, lo acabarás consiguiendo, le había dicho su padre. Pero no le había advertido de los peligros. Una noche, después de muchos días de intentarlo, lo logró. Soñó que asistía con los Simpson a una cena de Acción de Gracias. Homer le daba asco, Burt era insoportable y Marge era una histérica. Y Lisa, su adorada Lisa, resultó ser una repelente que no paró de meterse con ella todo el tiempo que duró la cena. Para colmo, el pavo era de plástico. Nunca más volvió a soñar con los Simpson, ni volvió a verlos en la televisión, ni volvió a desear soñar nunca con ningún personaje de ficción. Y ahora desea soñar, otra vez, con ese huevo que tanto esfuerzo le costó poner en un sueño anterior. No tiene sentido. Mantiene los ojos cerrados. Quiere incubar ese huevo, ver qué o quién rompe el cascarón y se asoma como un polluelo a la vida. Desea que sea un ser humano. El primer ser humano nacido de un huevo de verdad. Un huevo de mujer, con su yema y su clara.

No hay futuro"

Parte de guerra de las 00:00. Último parte de guerra.

Hoy, desarmado ese ejército de 50.000 palabras, sólo quedan 200 páginas que, desde esta atalaya de Aldán, se contemplan a sí mismas e imploran que alguien más que su autor les haga, algún día, un poco de caso.
La guerra ha sido larga; el desgaste, infinito; las víctimas, numerosas; los daños, cuantiosos.
Ahora, "andando poquito a poco", llega el momento de la reconstrucción, del maquillaje, de encalar el producto final y darle un aspecto aseado y pulcro, coherente. Si es que eso es posible.
Dentro de poco, estos hechos que aquí se han contado pasarán al olvido, y sólo quedará el fruto maduro, crecido de la sangre derramada. Y ese fruto pronto se pudridrá, y pasará, a su vez, al olvido, y así ad nauseam, porque la vanidad no conoce límites, y por eso hay arte, ensayo y cine de arte y ensayo, pero solo perduran en la memoria Mortadelo y Rosebud.
Aun así, el Barón agradece las muestras de apoyo y solidaridad recibidas durante estos días de sudor y lágrimas por parte de sus visitantes. Mañana, al sol de Barra, promete acordarse de todos ellos y darse un chapuzón en su honor.
¡Gracias!

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Un cadáver no exquisito

Por petición de uno de sus invitados (y en relación con el texto hoy publicado en su blog) el Barón ofrece a sus lectores uno de los fragmentos caídos en esta semana trágica de Aldán:

Pero ¿es relevante para la democracia el tema de la verdad? Según Rorty, no. La política democrática es compatible con la negación de las premisas universalistas. Rorty concuerda con Habermas en su reproche a Foucault: “Es la exaltación de un tipo de libertad imposible, inexpresable, ‘sublime’ –un tipo de libertad no constituido por el poder- lo que impide que Foucault pueda reconocer los éxitos de los reformadores y comprometerse con una reflexión política seria sobre las posibilidades que se abren para la democracia del estado del bienestar” (ob. cit.: 82), pero, en cambio, rechaza las razones de Habermas, porque considera agotados los términos weberianos modernidad y racionalidad, y la esperanza de que la filosofía pueda estar por encima de la política. El concepto kantiano de obligación incondicional, retomado por Habermas, ya era, por otra parte, rechazado por Dewey, para quien todas las obligaciones eran condicionales y situacionales.


En suma, que es probable que esta guerra sirva para aliviar a los futuros lectores del Barón de un ladrillo insoportable.

Parte de guerra de las 12:30

La masacre es imparable. En una mañana han caído más de 2o.000 palabras. Gran parte de la 2ª columna y todo un batallón de la 3ª.
Aun así, sigue siendo necesario eliminar buena parte de la 1ª columna.
Después, habrá que recomponer el campo de batalla, que supondrá un trabajo ímprobo.
Esperemos que todo esto tenga algún sentido.

martes, 16 de septiembre de 2008

Parte de guerra de las 20:45

La batalla está siendo enconada. Esta tarde han caído 6.000 palabras más. Se ha bajado el promedio a 9.500 palabras al día. El desgaste ha sido grande y es posible que no se alcancen los objetivos estratégicos fijados al inicio de la campaña. Pero la suerte está echada.

Parte de guerra de las 14:00

La batalla está siendo encarnizada. La resistencia de la 2ª columna está siendo tan tenaz que ha sido necesario maniobrar en el campo para romper la unidad de las tropas enemigas. Ahora están descolocadas y es cuando hay que aprovechar para fustigar sus puntos más vulnerables. Han caído 3.000 palabras.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Parte de guerra de las 19:10

El ataque contra la tercera columna ha sido furibundo. La estrategia de concentrar el ataque sobre el flanco débil ha surtido efecto. Se han ocasionado 7.000 bajas en el cuerpo del texto. Se mantiene el promedio fijado a primera hora del día (10.000 palabras por día).
Pero mañana la historia será diferente: la segunda columna, integrada por 54.000 efectivos, debe ser reducida a la mitad. Es posible que la batalla dure varios días.
La moral de la tropa está alta. Es el momento de atacar.

Parte de guerra de las 13:30

Las líneas han sido sometidas a un intenso bombardeo. El primer objetivo ha sido alcanzado: han sido exterminadas todas las notas al pie. En la maniobra han caído, de forma colateral, 3.000 palabras.
El fuego se concentrará a partir de ahora en las columnas 2 y 3, el grueso de las fuerzas enemigas. La batalla será larga y difícil.

50.000 palabras: crónica del verbicidio

La semana se despliega ante el Barón como un gran campo de batalla. Mejor dicho: como un campo de exterminio. En cinco días, 50.000 palabras (10.000 palabras por día) nacidas de su propio magín o tomadas de otros lugares, cuidadosamente seleccionadas, laboriosamente encajadas en un texto durante los últimos cinco años, deben ser sentenciadas a muerte. No es tarea fácil: a la dificultad de condenar a las menos relevantes, a las más inútiles, se suma el significado restante; lo que van a decir las supervivientes sin sus compañeras de viaje hasta esta misma semana. Algunas tendrán que hacer un esfuerzo e intentar decir por sí solas lo que antes decían unidas a otras. Otras quedarán huérfanas y será difícil que vuelvan a ser lo que eran.
Es un proceso de reducción con un objetivo claro: que el texto siga diciendo lo mismo con 100 páginas menos, pero es difícil. Lo que nació como una gran manta, que después pasó a ser una mantita de sillón, acabará convertido en un chal o una bufanda: su función no puede ser la misma, pero también aliviará del frío.
El Baró(n)metro marcará al término de cada jornada las evoluciones de esta campaña. Hoy mismo, por la noche, se hará público el primer recuento de bajas.
Una oración por las almas de las que van a morir.

viernes, 5 de septiembre de 2008

A primeira réplica...

...debémoslla á Duquesa de Belflor, flor de indiscutíbel talento (a ver cando se anima cunha montaxe de vídeo):

esa hormona que me dis,
que se chama non sei como,
voucha quitar eu de jolpe,
dandote cun pau no lomo.

que te collo polos pelos
e te arrastro polo chan,
que non vas a poder sentarte,
no que queda de veran.

que saliche ti moi cuco,
e ela moi pillabana,
e calquera escusa e boa
para acabar nunha cama

O gran Igor Lugris

O Barón ten o gusto de convidar aos seus visitantes a participaren da poesía de Igor Lugris, a quen se lle está adicado o último número da Revista das Letras.

Noraboa, polo recoñecemento que supón, ao antigo compañeiro de andanzas escolares, anfitrión de tantas noites no Artefacto Burbur e, agora, cibercompañeiro de blog.

Ai o alelo (334)

(Para cantar con música de taberna)


Non me botes máis a culpa
de eu andare sempre quente
mira que son home frío
e tamén son moi decente.

Ai o alelo, ailalala, ai o alelo ailala (etc.)

Que son cousas dunha hormona
din que da vasopresina
que non teño máis remedio
que mirar para a veciña.

Ai o alelo, ailalala, ai o alelo ailala (etc.)

Xa que o sabes contareicho
pois comigo estás casada
teño un xen aventureiro
e non podo facer nada.

Ai o alelo, ailalala, ai o alelo ailala (etc)


[O Barón publicará neste blog todas as aportacións (réplicas, contrarréplicas, ampliacións) que reciba para facer crecer esta fermosa canción popular]

lunes, 1 de septiembre de 2008

Londres: lo mejor y lo peor

Lo mejor:

1. Los pubs, por su estética armoniosa, su variedad cervecera y su ambiente entrañable. Los mejores lugares para las reuniones al cabo del día, o para hacer un descanso en mitad del ajetreo.

2. Los parques: y, puestos a elegir entre el modelo "campo de golf" (Hyde Park), y el modelo "jardín obsesivo" (Regent's Park), el Barón opta por éste último. De imitar a la naturaleza, mejor hacerlo sin máscaras. Recomendable una siesta de media hora al sol de la tarde.

3. La National Gallery: una gozada.

4. La cúpula de Saint Paul: vista privilegiada desde lo más parecido al centro vertical de la ciudad, allí se aprecia en su conjunto el puzzle arquitectónico de la City y el ánimo pragmático que impregna el urbanismo londinense.

5. El conjunto de Westminster: sin contar el pastiche de la catedral (a mitad de camino entre una mezquita posmoderna y una iglesia inacabada), el Parlamento, el Big Ben y la Abadía responden a las expectativas. Allí se tiene plena consciencia de estar en esa ciudad.

6. El espectáculo turístico-nostálgico-mitomaníaco-esperpéntico en Abbey Road. Pronto podremos ver (esperemos) en este blog, algunas imágenes del fenómeno.

Lo peor:

1. La conversión de la ciudad en un gigantesco centro comercial. El dinero y el negocio lo invaden todo. Se nota que un día fue el centro del mundo capitalista, y se nota que la salida posmoderna está siendo una huida hacia delante. Ejemplo: Carnaby Street, antaño centro de la movida alternativa, hoy pasaje comercial. Otro ejemplo: los punkies de Candem Town anunciando la tienda de las Dr. Martens.

2. Highgate: aparte de lo ilustre de la tumba de Marx, está descuidado y no responde al arquetipo de cementario inglés. Se preocupan más de los vivos que de los muertos (y, probablemente, hacen bien).

3. No hay animadversión contra los turistas (el Barón también lo era) pero sí contra aquellos que recorren el British y entran en las salas con la cámara de fotos por delante. ¿Una foto de la piedra de Rosetta? ¿Que sentido tiene eso? Ojalá lo prohiban algún día.

miércoles, 27 de agosto de 2008

El ojo (bizco) de Londres: woodymanía y casualidad

El Barón camina bajo el puente ferroviario de Blackfriars, en dirección a la Tate Modern, cuando le asalta una sensación extraña; una especie de déja-vu. Una pequeña explanada, unos árboles, unas farolas, un pretil de piedra y el río. Todo aquello le resulta conocido, le recuerda a algo. La barra negra, de hierro, un simple cilindro apoyado puntualmente sobre el pretil, es la pista definitiva.
Allí transcurre una de las escenas más geniales de Match Point (quien no haya visto la película y quiera verla, que no siga leyendo, o que se salte este párrafo): esa barra negra es la cinta de la red imaginaria del campo de tenis en que Woody Allen convierte la vida de su protagonista, Chris. Allí golpeó el anillo, la prueba de su culpabilidad, cuando intentó deshacerse de él. Como una pelota que no alcanza el campo contrario y que, ahí radica la doble genialidad de la metáfora, precisamente por ello le salva de la acción de la justicia.
En estos tiempos de sobreinformación, en que viajamos acompañados de guías exhaustivas, en que cualquier visita comienza por la lectura de un cartel o una placa conmemorativa que nos avisa de dónde estamos, de qué personajes nacieron, trabajaron o murieron allí, resulta reconfortante reconocer un lugar significativo (al menos, para uno mismo) sin ayuda externa, solo gracias al deambular, a la mirada curiosa (aunque un poco bizca) y al recuerdo de una escena del maestro.

lunes, 11 de agosto de 2008

Qué bestias

En la India (Agra), aprovechando que todo el mundo está pendiente de los juegos olímpicos, una pandilla de monos ha asaltado una comisaría. Se desconocen sus quejas, pero tienen claro de dónde les viene el peligro. (Mucha policía, poca diversión). Otro argumento en contra de las teorías del diseño inteligente.

Aquí mismo, en Cretinia, ayer se produjo un asalto a una granja avícola. Unos activistas acudieron al rescate de no se sabe cuántos cientos de gallinas ponedoras. Su huida fue cortada por los dueños de la granja, que arremetieron además contra las cámaras del equipo de investigación de TVE que acompañaba a la banda. Riesgos del periodismo de investigación. las gallinas de dispersaron y quién sabe lo que habrá sido de ellas. La libertad no tiene precio.

Animales que se conportan como humanos, y humanos que se comportan como animales. Debe tener algo que ver con el espíritu del sueño de una noche de verano.

viernes, 8 de agosto de 2008

Última hora sobre el caso del gourmet

Cretinia es Cretinia. Resulta que la Interpol de Suiza avisó hace tres días de que el gourmet desaparecido andaba por allí, sacando dinero en los cajeros, pero el enlace de los mossos con la Interpol estaba indispuesto. ¿Había alguien sustituyéndolo? No. Y así se formó el despliegue que se formó ayer...

Por cierto, a esta noticia le falta una frase al final de todo: "Y que pagara la cuenta".

jueves, 7 de agosto de 2008

El misterio del gourmet desaparecido

La noticia da para un título como éste, del estilo de aquella serie de Alfred Hitchcock y los 3 investigadores.
¿Que habrá sido de Pascal Henry?
Cuentan que, la noche del 12 de junio, cenó en el Bulli, salió a buscar una tarjeta de visita (dejando su sombrero y un valioso cuaderno rojo con los menús y las dedicatorias de los 39 restaurantes que ya había recorrido en su tour michelín) y nunca regresó.
Las hipótesis son múltiples:
-¿Le habrán atacado a la salida del restaurante? Si es así, quizás hay delincuentes al acecho en el entorno de El Bulli.
-¿Le habrá apetecido, una vez fuera del restaurante, darse un baño en Cala Montjoi y le habrá dado un corte de digestión? Si es así, entonces la comida del Bulli no es tan escasa como pudiera pensarse.
-¿Se habrá, simplemente, largado sin pagar al comprobar los precios? Si es así, ¿por qué en este restaurante y no en otro?
-¿Habrá quedado tan extasiado con la cocina del Bulli que salió y perdió el sentido y el rumbo?
-Y la hipótesis más audaz: ¿es Ferrán Adriá un peligroso psicópata que ha querido dar una vuelta de tuerca a sus audaces inventos gastronómicos añadiendo un nuevo ingrediente a sus recetas? ¿Se habrán encontrado los clientes del Bulli con algún plato sorpresa desde el 12 de junio hasta ahora? ¿Alguien se ha preocupado de investigar el menú en este último mes y medio? ¿Y si lo han convertido en gelatina suiza con espuma de algas?

martes, 5 de agosto de 2008

Una lección real de modestia científica

Para todos aquellos que se llenan la boca dando lecciones de "modestia científica" (ya sabemos de quién hablamos), para todos aquellos que persisten en negar las posibilidades de la arqueología para contribuir al desarrollo social y cultural (sí, vuelven a ser los mismos), incluso para todos aquellos que (al Barón le consta) han ido escupiendo su veneno a cuenta de la colaboración entre una institución científica y un grupo de reclusos (probablemente más de un ignorante habrá hecho un ingenioso chiste hablando de trabajos forzados), aquí presentamos la noticia.
Es de agradecer el buen tino de la periodista. Si se trata de una becaria de verano, le auguramos un buen futuro.
Enhorabuena al arqueólogo Otero, compañero y amigo.

jueves, 31 de julio de 2008

All you need is love (Placebo 3)

Escribir es ordenar el mundo irreal que todos llevamos dentro. Inventar. Pero empieza el Barón a desesperarse porque qué hacer cuándo sólo el título de este nuevo capítulo del proyecto Placebo está claro. La escena: tributo a los Beatles en una fiesta de un hotel turístico, baile y psicodelia, alcohol, mucho alcohol, brainstorming entre los dos protagonistas y un camarero alemán inmigrado (inspirado en aquel Marco del American Palace, que alguno recordará), tensión sexual, cambio de pareja frustrado, teorías de pacotilla y un deje arrastrado en los actos y las palabras. Sillas que se rompen.
Veremos si el tributo a los Rolling de esta noche aporta alguna luz a la escena.

lunes, 21 de julio de 2008

Master & Comander


Al otro lado del mundo.
Hay quien nace capitán, hay quien nace marinero.
Finalmente, hay quien no ha nacido para dar órdenes,
pero tampoco para cumplirlas como es debido.
Pobre Barón, siempre a punto de sucumbir a los golpes de la botavara.
Pero ahí está, esperando ese soplo de viento que le haga llegar a buen puerto.

lunes, 14 de julio de 2008

Recomendable

Una nueva contribución al debate en torno al manifiesto por la lengua o como se llame. Divertido.

jueves, 10 de julio de 2008

Proxecto Nijinski

Estamos de noraboa. Xa está en marcha o Proxecto Nijinski. O Barón anima aos seus visitantes e invitados a participaren dos retos e desafios que O Home de Vidro nos vai plantexar de agora en diante.

Primeiro reto: como volver tolo a alguén? (xa está demostrado que non basta co ácido bórico)

miércoles, 9 de julio de 2008

Saber perder

Saber perder es una red de historias; un arrastre en el que el autor ha capturado cuatro grandes especímenes (y algunos secundarios) con sus correspondientes trayectorias, circunstancias y relaciones. Con ello pretende demostrar que, como en una estadística, muy pocos son los que alcanzan ese éxito o triunfo a cuya veneración constante se nos obliga. Entre sus capturas hay uno de esos ejemplares elegidos para la gloria, pero incluso éste acaba fracasando en la conquista de su sueño.

La red de Saber perder es especial: todos acaban saliendo de ella, pero ninguno lo hace en el mismo estado en el que ha entrado. Las capturas sufren fracasos vitales ineludibles (la vejez, la enfermedad) y casi ineludibles (desamor) que no es lo mismo, pero es igual. También hay fracasos sociales (caídas y tropezones profesionales) y morales (el crimen, la falta, la perversión).
Todos fracasan, pero casi ninguno se hunde (un par de pequeñas capturas secundarias mueren en la red, de forma natural o inducida, nuevos fracasos que se suman a sus trayectorias truncadas). Casi todos, entonces, acaban saliendo de la red: es inevitable.

No hay lecciones en Saber perder, sólo la certeza de que escasean las certezas, la certidumbre de que nos movemos con torpeza dentro de estos cuerpos, como las capturas en la red, que podríamos ser cualquiera; la falsa creencia de que nos marcamos un rumbo y lo sabemos mantener, y no de que somos cardumen a merced de las mareas y corrientes, guiados ciegamente por un instinto colectivo al que nos gustaría oponernos.

Pero esta incertidumbre es hoy nuestra condición de posibilidad y nuestro límite. No hay posibilidad de fracasar cuando no se tienen expectativas. Quizás el secreto de Saber perder no sea tanto saber admitir el fracaso en la conquista de nuestros sueños y sobreponerse a los golpes, como humanizar la medida de esos sueños,
reducirlos a una mínima expresión,
más pequeña que un hogar,
que una familia,
que un amor.

Situar el éxito, cualquier éxito, fuera de nuestro alcance.

Quizás así no haya golpes, ni fracasos.

lunes, 7 de julio de 2008

Respuestas

En este artículo (de hoy) y en otro, publicado el sábado (no he podido encontrar el link) podemos encontrar algunos argumentos interesantes para contrarrestar los exabruptos del ya famoso Manifiesto por una lengua común (cofirmado, hasta el momento, por unos 30.000 españoles).
También hay lugar para la ironía, en el blog de Igor.
No es casualidad que el dichoso manifiesto haya visto la luz aprovechando el tirón del "juntos podemos". Si ya lo decía el Barón el otro día...
La gran pena del Barón es: ¿qué pinta el bueno de Delibes en compañía de tipejos como Savater, Ramoncín, Boadella y Pérez-Reverte?
Señor, señor, vivir en Cretinia es como compartir piso, solo que algunos se creen que el piso es suyo y los demás estamos ahí de favor.
Como sigan así, es mejor que cada uno se vaya a su casa. Para que luego digan que los que queremos irnos somos nosotros.

viernes, 27 de junio de 2008

¿Adiós a la furia?

¿Será la exhibición de la selección de Cretinia ante Rusia el síntoma de que algo está cambiando de forma irreversible en este reino? ¿Estaremos asistiendo a los estertores de un modo de ver el fútbol y la vida que nos ligaba con los más bajos instintos del ser humano? ¿Estaremos reaprendiendo (no olvidemos que una vez lo intentaron nuestros abuelos) a vivir en equipo, a ser solidarios, a disfrutar de la vida sin joder al prójimo y a sentirnos partícipes de la emoción estética? ¿Habremos desterrado los esencialismos patrios? ¿Llegará la gente a sentirse mejor representada por ese crisol de etnias y nacionalidades en que se ha convertido la selección (sólo falta algún galego, por culpa de los equipos de aquí, pero hay dos gitanos y un inmigrante)? ¿Acabará triunfando el modelo deportivo, estético y social que encarna la Masía sobre la garra y la furia de los ancestros?
El Barón lo duda bastante, pero, al margen de la desconfianza y temor que suscita toda esta euforia que le rodea, lo que es innegable es que a quien disfrute del fútbol le tiene que gustar cómo ha acabado jugando este equipo. Se parece mucho a otros que han dejado huella en los últimos quince años, pero basta que lo retome un Benítez, u otro Clemente cualquiera, para que volvamos al pasado.
Una última pregunta: ¿por qué se alegra Rajoy?

viernes, 20 de junio de 2008

Y Sciacca (16 de junio de 2008)

Es en lugares como éste (Pupi tardó en decirlo bien, pero al final lo consiguió: Xacca), poco conocidos, donde se pueden encontrar identidades menos difusas que en los "lugares de interés" (como dicen en las guías), donde el dinero del turismo las disuelve con más facilidad.
En Sciacca, los protagonistas de la historia siguen siendo sus habitantes; los turistas seguimos siendo personajes secundarios. El ritmo de la vida lo marcan las costumbres: los pescadores que salen a faenar, los chavales formando pandillas y correteando, los viejos sentados en las aceras, viendo pasar el desfile interminable de coches (en eso no es diferente al resto de las ciudades sicilianas), y hastalas familias saliendo en bloque a cenar sus pizzas.
Sciacca tiene algún monumento más o menos vistoso: iglesias, palacios, un balneario... También tiene algunas leyendas curiosas (San Calogero, patrón de la ciudad; la Isola Ferdinandea, que por sí sola daría para una novela). Pero, sobre todo, tiene el encanto que proporcionan los matices de la vida cotidiana en plena efervescencia (salvo a la hora de la siesta).


Ahora, asomados al balcón, asistimos al momento sublime en que la luna, casi llena, extiende su reflejo sobre un Mediterráneo cuyo rumor, gracias al cálido viento sur (que mañana nos envolverá con fuerza), llega hasta nosotros con nitidez, igual que el motor de los barcos que, como ayer, desfilan con humildad frente al Capo San Marco, como han hecho siempre.

Agrigento (15 de junio de 2008)

Al sur de Agrigento se encuentra Porto Empedocle. Cuando entramos en la ciudad, un cartel nos lo anuncia: Porto Empedocle. Hasta aquí, todo normal. Lo curioso es que, bajo el nombre de la ciudad, hay otro nombre entre paréntesis: (Vigàta). No conocemos ningún caso en que la señal oficial de un núcleo de población, con su topónimo también oficial, recoja además su nombre ficticio, que sólo es producto de la imaginación de un escritor que suele situar aquí, en su ciudad natal, sus novelas. Sólo por esto, Montalbano ya parece más real. Puede que, andando el tiempo, la ciudad acabe cambiando realmente de nombre.
Montelusa (perdón, Agrigento) se encuentra un poco más al norte, hacia el interior. La visita es rápida, sólo para comprobar que, tras su horripilante máscara de bloques de edificios cincuenteros, aún conserva algo de espíritu.
Pero lo que nos ha traído aquí (aparte de una nueva visita a Scala dei Turchi) es el llamado Valle de los Templos: entre el telón de fondo del urbanismo funcionalista y el Mediterráneo. Lo primero que llama la atención es que el supuesto valle es, en realidad, una colina, una dorsal. El valle está entre la colina y la ciudad, y ahí es donde se sitúa la vieja ciudad grecorromana, que parece un tablero de ajedrez. ¿Por qué, entonces, llaman "valle" a una colina? ¿Es más expresivo? ¿Más poético? ¿Más evocador? ¿No suena bien "colina de los templos"?
La colina se extiende de oeste a este, bajando suavemente su altura. Toda ella está jalonada de templos, unos más reconstruidos que otros. La visita acompaña el declinar del sol: el atardecer embellece los materiales. Podemos imaginar cómo debió ser el gigantesco templo de Zeus gracias a la maqueta que se encuentra en el museo (que adivinen los invitados del Barón dónde se ha tomado la foto), rodeada de miles de piezas de todo tipo. Efecto perturbador.

Una vez más nos preguntamos: ¿no son esos horribles bloques que amenazan tragarse la colina, o el valle, el continuose del empezose de los griegos, como diría Mafalda?

PS: para los galegocompetentes, un cartel que promete (por si alguna vez se pasan por Agrigento):

Caltabellota duerme la siesta (14 de junio de 2008)

Y el Barón subió a lo más alto cuando todos, hasta los gatos en las entradas de las casas, hasta las hojas de los árboles, dormitaban, y desde allí su mirada giró sobre sí misma en redondo, y sintió un vértigo repentino, la extrañeza y embriaguez de una sustancia alucinógena caducada.

miércoles, 18 de junio de 2008

Al final, Segesta (13 de junio de 2008)

Muchos kilómetros este día. Y la desilusión de perder dos entradas para un estreno operístico en el Teatro Massimo por culpa de un incendio en la autopista (algún día alguien debería estudiar la extraña relación de los sicilianos con el fuego). La verbena del Santo Crocifisso en las calles de Palermo no nos resarce del disgusto.
Por la mañana, un largo camino hasta Trapani y sus dos calles palaciegas (centro histórico) y su catedral. Y un salto de mil metros en funicular hasta Érice, un pueblo medieval convertido en parque temático (como tantos otros por Europa adelante, pero muy distinto al resto de Sicilia) con unas vistas espectaculares de la isla cuando las nubes no lo cubren.Y en esto llegó Segesta, ciudad rival de Selinunte, situada en lo alto de un promontorio y con un dominio visual sobre los valles que lo flanquean. El templo se encuentra apartado de la ciudad, en un lugar más bajo, tocado por el misterio ( se lo apropian periódicamente algunos grupos de fanáticos de las energías telúricas y bla bla bla).
Nos empieza a llamar la atención un fenómeno: todos estos templos, como casi todos, se orientan hacia el este, hacia el nacimiento del sol, pero han acabado convertidos en centros de un nuevo culto: el de la individualidad del turista que busca sensaciones estéticas, tanto más evocadoras cuando más se acerca el ocaso. Se han convertido en lugares de un culto crepuscular.

Scala dei Turchi (12 de junio de 2008)

Como todas las playas que merecen la pena, Scala dei Turchi se resiste a ser hollada por el visitante. Tiene que ser abordada primero por un lado (por esa misma roca blanca y pulida que le da nombre), luego por el otro, hasta rendirse al bañista inofensivo.
Una vez allí, apenas cuatro personas más no son impedimento para disfrutar de un momento delicioso. Cuatro colores: el blanco del acantilado, el dorado de la arena, el azul verdoso del agua y el celeste, y los cuerpos desnudos en el agua, que se torna transparente cuando se acerca a la orilla.
El esqueleto varado de una barca (no es la de la foto), frente a un coche de juguete, enterrado en la arena, nos recuerdan la fugacidad del tiempo, y la importancia de vivir con intensidad momentos como éste.

Selinunte (11 de junio de 2008)

De lo que fue la ciudad original sólo quedan restos dispersos, pero el escenario no debe haber cambiado mucho. En una colina, rodeados de olivos y vides, frente al profundo azul del Mediterrráneo, los colonos griegos debían sentirse como en su patria. Más que nada por ese aire familiar del ambiente.
Aquí se percibe de cerca algo que muchas veces se intuía en las clases de arte: la armonía entre los monumentos griegos y el paisaje, a pesar del contraste entre las rectilíneas obsesivas de los griegos (hasta corregían las formas para que pareciesen más rectas de lo que son) y las curvas de la naturaleza. Aun así, los templos griegos parecen nacer de la tierra como las plantas.
Quizás todo se deba a que nuestra propia mirada, nuestra manera de concebir el espacio, es una herencia de la forma en que ellos construían y ordenaban ese espacio. Sus monumentos nos parecen bellos e integrados en el entorno porque ellos supieron desgajar esa cosa llamada Razón de ese mundo exterior que es la Naturaleza, de modo que ahora lo que nosotros apreciamos como entorno no es sino un mundo construido y pensado a nuestra medida. ¿Es culpa de ellos?

Catania (8 de junio de 2008)

Catania es un lugar tan extraño y curioso como el resto de la isla, pero a su manera.
Todo por culpa del Etna y sus periódicos accesos de furia telúrica. En un momento dado, hará unos tres siglos, un mar de lava la sepultó. Para completar la tragedia, un terremoto aniquiló, poco después, a un tercio de la población.
Aprovechando el momento, el gobierno de entonces (erpañol), decidió construir una ciudad nueva, partiendo desde cero, siguiendo un patrón ilustrado: la rectilínea se apoderó de la trama urbana y hoy en día hay calles de las que no se distingue el final. Una de estas calles es la Via Etnea. Es la arteria principal: nace junto a la Catedral y apunta directamente al cráter del volcán. En su parte final, se eleva siguiendo su ladera. Una auténtica provocación.
Resulta chocante que una ciudad con un aspecto tan racional y ordenado albergue un mundo tan caótico. Parece una impostura, como si hubiesen desalojado a sus europeos y verdaderos habitantes y los hubiesen sustituido por unos seres autónomos y mediterráneos.
Se percibe una relación de amor-odio entre la ciudad y la montaña (a muntagna). La amenaza siempre está presente, pero las tierras que rodean al Etna son fértiles, y muchas de las piedras con que se ha edificado la ciudad son negras de lava, lo que le da un aire arlequinado. Ahora, además, proliferan los turistas que vienen hasta aquí por causa del Etna. Este sinvivir junto a la guarida de Polifemo debe ser la causa del carácter adusto de las cataneses, aún más marcado que el de los restantes sicilianos.
Tiene un algo, Catania, que la sitúa a medio camino entre la realidad y el ensueño; un aire de irrealidad, como la Iglesia de San Nicolò, con su fachada a medio terminar, su cúpula rodeada de andamios, su campanario que parece un bloque de apartamentos, sus muros sin adornos ni ventanas... O el teatro grecorromano, con sus plásticos y sus piscinas pobladas de algas y peces de colores.

viernes, 6 de junio de 2008

Teatro Massimo (5-6-2008, tarde)

Ya sabemos a qué se parece Palermo. Las montanhas son las gradas desde donde se asiste al espectàculo, la tramoya (desde donde se mueven los hilos de la Historia) es el azul Mediterràneo, y la escena es la propia ciudad. Toda Sicilia, dicen, està llena de teatros griegos y romanos; parece que esta ciudad ha mantenido ciertas formas que la asemejan a ellos.
En la escena se amontonan todos los elementos decorativos que han formado parte de las representaciones que aquì se vienen sucediendo desde vete a saber cuàndo. Da la impresiòn de que cada companhìa que aquì ha venido a representar su obra (y han sido muchas: àrabes, normandos, franceses, espanoles...) ha dejado olvidados sobre el escenario todos los objetos que formaron parte del show.
Paseando por estas calles parece que nadie tiene interès por recoger ningun tipo de resto ni desperdicio, ni de borrar ninguna huella, y que esa costumbre se mantiene en la actualidad.
Aun se conservan los carteles de la ultima contienda electoral, y no serà hasta la pròxima que seràn ocultados por nuevos rostros, igual de falsos y artificiosos (casi todos, se salva la candidata de Refondazione Comunista).
Hay una violencia latente en todo esto: es creìble que, de cuando en cuando, esta gente se transforme, y algunos se conviertan en una especie de monstruos (como los recièn instalados en el Quirinale), que acaban enfrentàndose entre sì, como las jambas de la Porta Nuova, sobrehumanas y nada apolìneas. Nos estàn avisando de lo que nos espera aquì dentro.
Y dentro acontece el drama, que alcanza su màxima expresiòn cuando se representa a sì mismo, cuando la ciudad asume su condiciòn dramaturgica, y se exhibe, impudicamente, al receptivo turista, al espectador de Coppola, al lector de Camilleri...
En la escalinata del Teatro Massimo rememoramos a un Michael Corleone que se ha quedado sin aullido, traspasado por el dolor, vencido por el destino, representaciòn de la representaciòn, òpera tras la òpera, el drama enroscado sobre sì mismo para dar fe de la violencia que aquì germina en la tierra, como un caleidoscopio de fragmentos rotos de la historia que componen, ahora, una curiosa figura, hasta que alguien lo gire y todo se recomponga otra vez, y asì para siempre.

Palermo (5-6-2008; manhana)

Esta manhana se escucha algo asì como un muecìn pregonando, pero debe ser alguna melodìa siciliana sonando en alguna radio de alguna casa de alguna calle de por aquì.
A estas horas, tras desayunar en la azotea del hotel, la ciudad sigue siendo un misterio, apenas desvelada por una nocturna excursiòn a la pizzerìa Bellini. Hubiese sido tranquila de no ser por una cena de fin de curso en la que el coro juvenil reclama i regali y il discorso constantemente, sobre todo hacia el final.
Pero la primera impresiòn diurna es confusa: desde la azotea hay una buena panoràmica de la ciudad. Rodeada de montanhas agrestes (guinho a quien ya sabe), Palermo se desparrama en el fondo del valle, abigarrada y caòtica. No es posible decir a què se parece, tampoco es fàcil identificar ninguna calle, ninguna hendidura entre la masa parda, de la que emergen, aisladamente, ciertas torres y cupulas, algunas gruas y un permanente repique de campanas. Una de ellas toca a muerto.

martes, 3 de junio de 2008

La madriguera

A mis abuelos, Herminio y Concha

Cuando la mujer se detuvo al borde del camino y le identificó, H. levantó la vista hacia la luna, comprobó cómo el alfanje plateado tajaba las nubes sin sangre y pensó que su fantasma había vuelto, y que aquél iba a ser su último paseo.

La palmera, junto al umbral de la Casa Grande, al otro lado del camino, seguía en su sitio, enhiesta y anterior a su recuerdo, desafiante por proyectarse sin miedo hacia un futuro que entonces, en aquel preciso instante, a H. le pareció tan breve y cruel como la alegría de los pobres.

Antes, sólo las aves dejaban sentir su presencia en las noches de invierno, cuando todo el valle era una lápida negra iluminada con timidez. H. recordaba bien el momento en que todo se truncó y las bestias comenzaron a colmar de pánico las sombras. Fue entonces cuando organizó todo, besó a C., y al hijo que albergaban sus entrañas, dejó que su fantasma huyera a América libremente y su vigoroso cuerpo fue sepultado en vida para escapar de la muerte.

Las alimañas se habían aplacado ahora, tantos meses después, pero no tanto como para no ensañarse con un prófugo. Nunca llegó a ver paseos, ni cadáveres en las cunetas, ni el terror en un rostro amigo, pero conocía su existencia. Pensó entonces en todos aquellos compañeros de aventura que habrían caído desde su espectral huida, cazados en su confianza, como conejos troquelados en una jaula de fieras. Pero no lo hizo como solía, como un recuerdo que acompañara las horas infinitas de entierro y soledad como si fuesen duendes con los que hablar bajo tierra para preguntarles qué es lo que había pasado qué estaba ocurriendo sobre la tierra qué tuerca había saltado para convertir la normal existencia diaria los proyectos y la ilusión de un futuro libre en una supervivencia infernal sin salida posible. Lo hizo para saber cómo era aquél lugar al que ahora sabía que se dirigía.

Los ojos de la mujer le contemplaban desde el camino. Ojos tristes de mirar de cerca el dolor. Ojos que conocían la desgracia. Ojos que reconocieron al maestro de escuela, al redentor de almas perdidas, al fantasma que había huido a América.

Entonces pensó también en aquel hijo suyo al que sólo una vez había podido estrechar entre sus brazos temblorosos, flácidos por la inactividad, temerosos de no poder volver a abrazar a su niño, que crecía al otro lado de la montaña, mecido por la brisa de la ría y ajeno a la suerte que corría su padre. Pensó que no volvería a verlo, a pellizcar sus muslos y mofletes, a besarlo y acariciarlo, y se recordó a sí mismo correteando por los caminos con su hermano buscando nidos y cogiendo moras mientras las vacas pacían en los prados junto al río recordó el calor de los zuecos en las mañanas de invierno la madera empapada de rocío y de agua de lluvia el verdor espléndido de la hierba fresca al amanecer la cálida orina en las manos y el vapor emanando de sus cuerpos la libertad de los infantes.

Mientras aquellos ojos le escrutaban desde el borde del camino, C. dormiría como acostumbraba hacerlo desde hacía meses, con el corazón agitado por la inquietud y el sueño estrangulado por el miedo. También pensó en ella, en la dureza de la vida que le esperaba, en su soledad de madre viuda, sólo confortado por saberla muy capaz de culminar con éxito la tarea, al otro lado de la montaña.

H. recordó también los días de mercado, cuando acompañaba a su madre hasta allí, hasta el otro lado, saliendo de noche y regresando de noche, atravesando aquella montaña, que no era muy alta, pero qué larga se hacía la caminata, cargando con los huevos, las carnes, las verduras para venderlos en la ciudad, y eran viajes eternos como eterna era ahora la distancia que le separaba de C.

Una nube asombró la escena por un instante. Cuando reapareció la luna, H. viajó hasta la noche en que él y su hermano E. vieron la aurora boreal. Regresaban de un paseo por el monte hasta el pueblo en el que estaba la escuela. E. ya trabajaba. H. preparaba con él sus oposiciones. Aún no había llegado su momento más deseado; él aún no era maestro. Tampoco había llegado la República. Pero aquel resplandor en el cielo era una señal más clara que una vía láctea: era un futuro de esplendor, el camino hacia una vida nueva alejada de la miseria y del sufrimiento, hacia el amor a la vida, una celebración de color en el firmamento una indicación de redención para aquel rincón olvidado de la tierra un anuncio que nunca más se volvió a repetir porque a la luz que sobrevino años después a la efímera claridad que iluminó sus vidas por cinco años sucedió el gran trueno de la guerra y una oscuridad que, entonces no lo sabía, duraría cuarenta años. Nunca más podría contemplar auroras boreales en el cielo.

Y los ojos de la mujer parecían adivinar el miedo a las tinieblas en los ojos del fantasma, escrutando el fondo de su alma, excavando en ella con la mirada, y su mano querría representar algún gesto compasivo, pero una fuerza superior se lo impedía.

Esa misma fuerza es la que gobernaba sus vidas desde hacía más de un año, la fuerza del miedo, pero H. no renegaba de nada, clamaba a gritos silenciosos su inocencia, rememoraba desde su agujero su condición de víctima y querría no haber sido ningún héroe, pues sabía que sólo había cumplido con la obligación de todo maestro, cultivar a sus alumnos. En aquella escuela había niños que no tenían nada; él le facilitaba el material escolar. Día tras día, H. evaluaba con paciencia sus progresos, y encomendaba a los mayores la tutela de los más pequeños, para que todos aprendieran de todos, unos a leer y a escribir, otros a ser responsables y solidarios. Nadie quedaría rezagado en aquella escuela, aunque tarde o temprano la mayoría abandonaría el aula para ingresar de forma definitiva en la exigente vida de los adultos pobres. Al menos, saldrían de allí con recursos que nunca hubiesen soñado poseer: su dignidad como personas, su autoestima como pueblo sojuzgado.

Aquellos años breves habían sido un sueño en vida, un gran proyecto de liberación para una gente condenada a abandonar su hogar en busca de cualquier cosa distinta a su existencia cotidiana. Por eso H. no podía arrepentirse, y había terminado uniendo su destino individual, su vocación de maestro, al destino de aquel proyecto colectivo, en aquellos años de aprendizaje social y promesas de prosperidad.

Todo parecía ahora lejano: la esperanza de una derrota momentánea se iba esfumando con el paso de los meses se iba transformando en la certeza de un futuro sombrío impregnado de pasado del aroma del incienso y del hedor a cuartel del eco de las homilías de la amargura y la aspereza de la bruta realidad. Del regreso de todo aquello cuyo final había celebrado casi simultáneamente a su recién adquirida condición de maestro.

Mientras la mujer seguía al borde del camino, contemplándole como si fuese un espectro embadurnado en recuerdos, pensó en la jovialidad infatigable de T., que le condujo suavemente hacia los nuevos valores que, entonces pensaban, iban a desterrar del país, para siempre, el estigma de la resignación. Imaginó cómo habría vivido T. el aciago día en que despertaron del sueño. Él estaría allí, como lo había conocido seis años antes, acodado en la mesa del bar y ojeando El Socialista, leyendo en voz alta todas aquellas noticias que parecían provenir de otro mundo pero eran de éste. Allí mismo, donde había ejercido por primera vez la profesión a la que pensaba que iba a dedicar su vida, pensó que había llegado en el momento justo y al lugar apropiado. Quizás, si no hubiese conocido a T., nunca habría sabido que sus pasos ya no le pertenecían, que su trayectoria estaría ya unida para siempre a la de la República. Si no hubiese conocido a T., puede que ahora no tuviese que esconderse en un agujero, y mañana podría partir para la escuela como un día normal, como una jornada cualquiera, pero no se podía imaginar a sí mismo relegado de aquel proceso que parecía imparable. No podría entenderse a sí mismo. No sabría cómo transformar su afable método en un manual disciplinario. Y, sin embargo, sabía que era posible, porque C., a pesar de todo, aun habiendo sido sometida a examen y temporalmente suspendida, había logrado mantenerse a salvo de las fieras sin renunciar a su dignidad como maestra.

Pero para él ya era demasiado tarde: su nombre figuraba en una lista de la que tardaría treinta y siete años en ser borrado, aunque en este momento preciso, en el que una mujer le contemplaba desde el borde del camino, sólo le preocupaba sobrevivir; aunque la vida, de ahora en adelante, conllevase el dolor cotidiano de ver partir a C. todos los días hacia la escuela, mientras él tendría que buscar y encontrar cualquier otro trabajo; aunque la vida futura estuviese lastrada por la injusta carga de no poder ejercer su vocación.

Todo eso estaba dispuesto a padecer con tal de poder volver a ver a C, de achuchar a su hijo una y mil veces más, de concebir a otros niños que, a su vez, le darían nietos, con tal de refundar una familia y poder vivir en paz y sin la angustia que le carcomía desde hacía más de un año; en resumen, con tal de que aquella mujer no le delatase, pero ningún sonido articulado salía de su boca, por el miedo y porque nunca es fácil decir lo que nunca se querría decir, nunca brotan con fluidez las palabras que nadie desearía pronunciar.

Sólo cuando ella hizo un primer gesto de querer continuar su marcha por el camino, cuando desvió por primera vez su mirada del fantasma retornado, H. fue capaz de hablar, sólo usted sabe que estoy aquí, dijo, si me descubren será porque usted se lo ha dicho, y esperó en el silencio de la noche, mientras la luna volvía a asomar por detrás de una nube pasajera, a que ella contestase.

Ella no dijo nada entonces, bajó la vista y continuó su camino, mientras H. escuchaba el sonido atenuado de sus pasos alejándose, aunque permaneció en aquella pose un largo rato más como queriendo disfrutar del aire fresco puro y silencioso que le brindaba aquella noche de primavera como queriendo volar hasta el otro lado de la montaña para reunirse con su familia y fundirse en un último abrazo antes de partir de nuevo a América o de algo peor.

Ella no dijo nada nunca. Meses después, pasada la fiebre homicida del primer momento, y cuando ya nadie esperaba un giro en los acontecimientos que abrasaban el país, H. se entregó, voluntariamente, y fue juzgado y condenado por adhesión a la rebelión, pero esto es la historia del futuro.

lunes, 2 de junio de 2008

Creatividade galega

El Barón ten a ben ofrecer aos seus visitantes unha nova mostra de creatividade de Gabinete Toons, o estudo de animación máis dinámico do Polígono do Tambre (non só de Donuts vive o home).


viernes, 30 de mayo de 2008

¿Vigilar y castigar?

Ésta ha sido una semana especial para el Barón. Ha visitado una cárcel. La sensación de sobrecogimiento inicial enseguida dio paso a otro tipo de impresiones, difusas. La más nítida, que los reclusos agradecen todo tipo de estímulos que provengan del desinterés. Aunque se les hable de presidios, de cárceles de otro tiempo, de campos de concentración o de penales ruinosos de renombre como Carabanchel, de suplicios o de panópticos, de redención de penas o de la crueldad de los castigadores. Ellos se interesan por todo y opinan de todo.
El momento más emotivo fue la lectura, por parte de uno de ellos, de uno de los poemas más famosos de Celso Emilio Ferreiro.
Va por ellos:

O teito é de pedra.
De pedra son os muros
i as tebras.
De pedra o chan
i as reixas.
As portas,
as cadeas,
o aire,
as fenestras,
as olladas,
son de pedra.
Os corazós dos homes
que ao lonxe espreitan,
feitos están
tamén
de pedra.
I eu, morrendo
nesta longa noite
de pedra.

Recordar doe

O vindeiro 19 de xuño, ás 20:00, na Galería Sargadelos, apresentaranse as memorias escolares e universitarias de Herminio Barreiro. Nada hai que o Barón poida dicir ao respeito, pois todo entraría de cheo no persoal. Para unha bonita semblanza do libro, o Barón aconsella ler o seguinte artigo.

miércoles, 21 de mayo de 2008

El idioma de los muertos

El Barón aún se siente perturbado por la lectura, ayer a medianoche, de un relato, Tercera derrota (1940) o El idioma de los muertos, que forma parte del formidable libro Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez. Su autor lo publicó a principios de 2004, con 63 años. Murió a finales de ese mismo año. No pudo ver cómo el libro cogía vuelo con el paso del tiempo, para acabar convertido en un clásico moderno. J. L. Cuerda está rodando su adaptación al cine. Puede que le quede una bonita película, pero es muy difícil, por no decir imposible, que supere al libro en cuanto a la emoción que suscita. Todos los relatos que componen el cuadro son muy buenos, pero éste, en concreto, es el que alcanza un mayor nivel de sutileza en el tema tratado, una moderna versión de Sherezade, transmutada en un preso político de la posguerra, que logra posponer el momento de su condena a muerte gracias a que, en un Madrid sitiado por los franquistas, conoció al hijo del coronel encargado de juzgarle y condenarle, ahora muerto. Pasan los días y el preso se inventa historias que endulzan la desaparición del hijo y ocultan la verdadera naturaleza de su muerte. Hasta aquí la sinopsis: el Barón no quiere estropear a nadie el placer de su lectura revelando más detalles.

Sokal contra Sokal

Dice en una entrevista nuestro buen amigo BB, sobre la supuesta censura a su artículo: "A mi modo de ver, este asunto es muy similar al asunto Sokal, ocurrido en Estados Unidos cuando un investigador denunció en la revista Social Text el carácter vacuo de las teorías y el vocabulario de muchos intelectuales contemporáneos".

Efectivamente, más allá del engreimiento de este personaje, que ahora se compara a Alan Sokal, al Barón también le recuerda aquel caso. ¿Qué fue lo que pasó en aquel momento?

El Barón se cita a sí mismo: "Se conoce como Sokal’s Hoax a la publicación de un artículo firmado por el físico Alan Sokal en el número 46/47 de la revista Social Text, con el título 'Transgressing the Boundaries: Toward a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity'. El artículo fue publicado y el mismo autor se encargó de revelar, posteriormente, que todo era una parodia de la jerga posmodernista y una denuncia del abuso de términos científicos en los escritos del posmodernismo." Esto generó una gran alborozo entre los antiposmodernos, aun tratándose de una estrategia totalmente posmoderna (no deja de ser una impostura que busca denunciar otras imposturas).

Pues bien, resulta que a BB la "censura" sobre su artículo le recuerda a Sokal. Desde su punto de vista, su texto es una denuncia de la jerga que emplean los "arqueólogos del paisaje". Desde el punto de vista del Barón, su texto es una tremenda impostura intelectual (por usar la expresión de Sokal) ya que se autodefine como "una contribución a la sociología de la ciencia", y no tiene nada de sociologia ni de ciencia, plagada de mentiras e infundios, que ha logrado colar (como lo coló Sokal) en una revista de primer nivel.

Si su texto fuese una parodia de la arqueología del paisaje, podrían ser comparables, pero resulta que sólo es un libello seudocientífico y sensacionalista que ha pasado por científico por mediación de ciertos intereses extracientíficos. Y resulta que es él quien denuncia supuestas "estrategias institucionales"...

No empieza bien el día, veremos si el Barón es capaz de reconducirlo...

martes, 20 de mayo de 2008

You're so beatiful

Declaraciones en exclusiva de Victoria Beckham a la BBC: "Sin tacones no puedo pensar; no me concentro, no puedo focalizar nada". En este mundo frívolo, de enaltecimiento de la excentricidad, emociona encontrar declaraciones tan tajantes y sinceras como ésta. Sólo nos queda averiguar a qué orden de factores se debe tan extraña circunstancia. ¿Será sólo una cuestión psicológica (y en sus tacones se siente más segura)? ¿Será fisiológica (puede que el frío en los pies ralentice el flujo sanguíneo de Victoria y la sangre llegue a su cerebro con más dificultad)? ¿Será ambiental (quizás el aire químicamente más puro que se respira diez centrímetros por encima de su cabeza favorezca las conexiones neuronales)?

En la misma entrevista se desliza otra declaración que quizás ayude a resolver el enigma: "Bebo a todas horas".

jueves, 15 de mayo de 2008

Una visión romántica

"Esta vida es un hospital en el que cada enfermo está poseido por el deseo de cambiar de cama. Éste quisiera sufrir frente a la estufa, y aquél piensa que cerca de la ventana curaría. A mí me parece que siempre estaré bien donde no estoy, y esta cuestión de mudanza es uno de los temas que discuto constantemente con mi alma".

Charles Baudelaire, En cualquier sitio fuera del mundo

El vómito de ayer

"Sucede que me canso de ser hombre", decía Neruda. Eso es lo que le pasó ayer al Barón, por eso tuvo que usar su bitácora como bacinilla y expulsar la bilis que le generan ciertos escritos a los que últimamente tiene que volver una y otra vez, pero hoy ya vuela ligero, como una nube de vapor. Desde ahí se ve la Isla.

miércoles, 14 de mayo de 2008

La piel de cordero

Hay ciertas cosas que, aunque no lo parezcan, también forman parte de la intimidad de uno. El Barón sólo pretende evadirse, distanciarse, desdibujarse en una nebulosa y pasar desapercibido. Pero, a veces, hay una fuerza que le hace descender a la tierra. Entonces, su Sombra crece. Por suerte para algunos, la Sombra siempre permanece atada a los pies del Barón cuando esto sucede, y nunca podría tomar iniciativas por sí misma. Si así fuese, no dudaría en enfundarse unos guantes de boxeo y tomarse la justicia por su mano.

Hay un Prestigioso Profesor que, hace algún tiempo, dedicó unas palabras al Barón (entre otra gente). No hace falta entrar en detalles, pronto se sabrá lo que ocultaban esas palabras. Lo indignante es que quien acude a la difamación, a la calumnia, a la tergiversación y a la mentira pretenda que le salga gratis. Y cuando alguien descubre que ha burlado las reglas del juego y sucede lo que tiene que suceder (que su legitimidad queda en entredicho) se refugia en una suerte de victimismo y quiere hacer creer a la gente que es objeto de una persecución injustificada (e incluso de la censura).

Como desagravio, algunos le montan un acto para que se vuelva a explayar a gusto. Ahí, el lobo lucirá su piel de cordero, llorará un poco y volverá a dirigir sus cañones retoricos contra todo aquel que no sea de su cuerda.

Qué pena de intelectuales venidos a menos, que se tienen que acoger a la provocación (y después critican la manipulación de los medios de comunicación y la idiotización de la sociedad de masas) para seguir siendo (tristemente) célebres.

Pero, tarde o temprano, la piel de cordero caerá al suelo.

lunes, 5 de mayo de 2008

Le preguntaré a las piedras de la orilla si ellas querrían ser arrojadas al fondo del lago, donde se sentirían más ligeras.
Y los cerezos, ¿querrán vestir de blanco por siempre, olvidando el rubor de la fruta y la fría desnudez del invierno?
Y a la nube que pasa y nos asombra, quisiera preguntarle qué es lo que hay a sus espaldas, y por qué desaparece sin darse la vuelta.
Al final, el volcán me dirá si no prefiere el ardor constante en sus entrañas a la tentación de una erupción violenta que calme su apetito de destrucción.

L. B. Historia Natural.

jueves, 1 de mayo de 2008

Notas tristes del Primero de Mayo

En una de las varias concentraciones o manifestaciones que han tenido lugar esta mañana en la ciudad, el Barón ha podido comprobar, un año más, cómo las formas y los gestos de un día tan señalado se van diluyendo, minimizando, cuando no transformando en algo diferente.
Hoy han vuelto a sonar los acordes de la Internacional. Pero, en un intento de convertir el rito en un acto creativo, o de cambiar el sentido estético del acontecimiento, o de disimular la apatía generalizada, o de camuflar la ausencia de puños al aire, los organizadores tuvieron la idea de sustituir el cántico colectivo por una interpretación individual al violonchelo. Podían haber usado una gaita, una guitarra o un saxo tenor, pero ¿hay un instrumento más melancólico que el violonchelo?
Ni el capitalista más maquiavélico podría haber inventado una forma mejor para desactivar el tono reivindicativo de la celebración y reemplazarlo por una pieza musical con aroma a réquiem.

miércoles, 30 de abril de 2008

Hello England's Rose

Para todos los nostálgicos del planeta, que sepan que siempre hay un rincón para el recuerdo, y que los seres realmente inolvidables perduran en nuestra memoria, aunque sea en espacios tan ínfimos como éste:

viernes, 18 de abril de 2008

Distancia

Imaginar. Recordar el porvenir.
Recordar. Olvidarse de olvidar.
Olvidar. Imaginar que no ha sucedido.
Imaginar olvidando,
la distancia.
Crear la distancia.
Imaginar que se crea.
La distancia
no se crea.
Mirtos invisibles
vueltos frondosos,
aromas olvidados,
fragancias recordadas.
Topos que horadan el cielo.
Pájaros del abismo.
La distancia,
el hueco
esperando la visita.
Laderas rojas,
como alfombra.
Imaginar la visita.
Recordar
lo nunca visto.
La distancia
que no se ha vivido.

miércoles, 2 de abril de 2008

¿Por qué el vídeo?

Porque Souvenir fue una canción que impactó en el joven Barón, cuando éste sólo contaba diez añitos. La utilizó TVE para anunciar algún tipo de evento deportivo de invierno (unas olimpiadas, o un campeonato del mundo) y, desde entonces, asocia esta música con una pareja de patinaje artístico. Poco que ver, por lo tanto, con el contenido del vídeo.

Porque el Barón es adicto a este tipo de recuerdos que resurgen del archivo de nuestra memoria porque sí, sin causa aparente. El caso es que lleva dos días rumiando este tema en su mente (hay que reconocer que es pegadiza).

Porque esta búsqueda ha conducido al Barón a redescubrir también el vídeo, que no deja de ser interesante. Sobre un escenario bucólico, sólo tres elementos clave (un estanque, un templete y un Wolkswagen de destino sospechado pero no explícito hasta el final) y dos personajes masculinos (los del grupo, claro). De la narrativa visual se desprende un espíritu homoerótico.

La correspondencia con la letra de la canción es susceptible de interpretaciones varias. Dice algo así como "es mi dirección, es mi propósito, es tan duro, me está llevando por el mal camino. Mi obsesión es mi creación, lo entenderás, no es importante ahora. Todo lo que necesito es coordinación. No puedo imaginar mi destino, mi intención. Pregunta mi opinión, pero no hay disculpa. Mis sentimientos aún permanecen. Mis sentimientos aún permanecen" aunque por los gestos del cantante no lo parezca.

En cualquier caso, es extraño que los miembros del grupo se enojaran porque el vídeo daba una imagen equivocada de su sexualidad (¿y quién no recuerda Enola Gay?).

Cómo eran los ochenta...

Souvenir

martes, 1 de abril de 2008

La última visita

No estoy triste no puedo estar triste porque ha terminado la oscuridad de mis días.
Viajo hacia la luz contigo.
No puedo estar triste ahora que te vas y vengo a despedirme de ti a despedirte de mí.
Hasta los pies de tu lecho de moribundo me conduce un sendero dorado que refulge en el atardecer.
Por debajo de las nubes que se han llevado la lluvia lejos, hacia el norte.
Vuelo hasta ti y me deshago por el camino.
Engullo balas de algodón para luego convertirlas en luciérnagas.
Devoro la brisa empapada del aroma de los naranjos que florecen en las cunetas.
Mamá siempre dijo que eras un sol, pero no es cierto y fuiste mi noche y el mañana es para mí y el ayer será tuyo.
El sendero plateado bajo las estrellas.
Existe un hueco más allá del último astro y allí es adonde iré.
Contigo.
Por detrás de la estrella menos rutilante del hemisferio.
La luz allí no me cegará.
Buscando una paz que me has negado siempre.
Papá sólo quería lo mejor para ti.
Una infancia mágica.
Una adolescencia liviana.
Una carrera futurible.
Un trabajo rentable.
Una madurez plácida.
Una esposa entregada.
Una casa con jardín.
Una familia modelo.
Y tú lo tenías todo.
Y yo nada.
Me arrinconaste desde que te amoldaste a los deseos de papá no me diste opción a ser yo mismo me ocultaste detrás de un mascarón.
O de una columna de un pilar de un edificio de gomaespuma.
Allí me escondiste siempre.
Siempre en tu misma habitación en la bañera contigo en tu misma cama.
Durante años y años.
En aquel entonces sólo tenía la posibilidad que me ofrecían tus duermevelas.
Allí es donde yo adquiría poder donde jugaba en los campos de fresas y pensaba que al día siguiente sería diferente.
Que todo iba a cambiar.
Que por fin iba a ser.
A tu lado.
Contigo.
Siempre.
Pero nunca hubo mañanas para mí.
Hasta hoy.
Ahora seré libre aunque tenga que compartir tu suerte.
Atrás quedarán los días aciagos de soledad de pena infinita y congoja de sombra a tu sombra de alas recortadas de frustración.
Renunciaste a mí por complacerles a ellos, y, al final, lo estás pagando.
Ya lo has pagado.
El precio del éxito es el primer fracaso.
Ahí no hay supervivencia si no te acompaño yo.
Me relegaste me marginaste me ignoraste pero no pudiste deshacerte de mí.
Jamás pudiste abandonarme.
Bajaste la guardia ayer.
Pensaste que no podía contigo.
Pero en todo este tiempo me he hecho fuerte.
He aprendido a agazaparme.
Te sorprendí distraído en uno de tus vacuos divertimentos y nos lancé al abismo.
Y ese pitido intermitente está dando paso a un sonido continuo a una línea verde que marca el principio del fin y el inicio de tu viaje sin retorno.
Y yo viajaré contigo a los infiernos, porque comparto tu cuerpo aunque seamos mentes distintas.
Distantes.

lunes, 31 de marzo de 2008

No Kids

Corinne Meier tiene cuarenta años y dos hijos. Aun así, acaba de publicar un libro titulado No Kids, en la que expone cuarenta argumentos para no tener hijos. Entre otras cosas, en la entrevista que publica hoy el diario Público, lanza algunas ideas audaces (aunque polémicas, y muy discutibles). Ante la pregunta de si el no tener hijos es un actitud egoísta, por ejemplo, responde: "Yo creo que el egoísmo es tener hijos con el fin de no estar solos". ¿Quién tiene razón? ¿Está la razón de parte de una de las dos posturas? Son interesantes los comentarios a la noticia.
Una última duda: ¿Qué le diría Groucho Varela si la tuviese delante?