martes, 27 de julio de 2010

Salir por la puerta y atravesar el prado fresco de la mañana. Cruzar la avenida, subir escaleras, bajar escaleras y olvidarse del perenne soniquete del tráfico, envuelto en el rumor de los arces y los abetos. Descender hasta el regato y correr a su lado, escuchando sus efímeros secretos en volandas. Absorber el aroma de la hierba luisa y caminar bajo la sombra de carballos altos como su edad. Cruzar otra calle y rodear el estanque de los patos y las carpas. Seguir el curso de la corriente con cuidado de no tropezar con la pared de hortensias. Echar una ojeada a la arquitectura modernista, a nuestra derecha, y proseguir hasta volver a cruzar la calle. Disipar la vista en el verde esmeralda surcado por ocres caminos, envidiado por los aspersores, que amagan con acompañarte, y llorado por los sauces. Afluir con nuestro torrente al río mayor y seguir junto a los dos, hasta cruzar el puente de piedra. Adentrarse en la foresta que recubre el río como una galería de mocárabes. Escuchar el sonido de la corriente esquivando las rocas y acariciando la vegetación de las orillas. Cruzar una vez, dos veces, tres veces, jugueteando con los meandros. Abandonar el curso de agua y acometer la empinada senda hacia la otra carballeira. Saludar a los escasos viandantes que bajan por el camino, buenos días, buenos días. Empaparse de la sombra matinal de los carballos, gruesos como su edad. ¿Un paseo dominical? No. Has llegado a tu puesto de trabajo. No son imaginaciones tuyas. Has escogido un camino adecuado para empezar la semana de buen humor.

jueves, 22 de julio de 2010

John Steinsleger nos brinda una interesante Carta al padre en La Jornada, de México.

jueves, 15 de julio de 2010

Adiós a la tranquilidad en los aviones. Ya está en marcha el engranaje "Politono hortera con sonido a bólido de Fernando Alonso" + "Conversación a gritos Sí estoy en el el avión, todo va bien, parece que vuela". A las cuevas todo dios.