jueves, 21 de octubre de 2010

¿Por qué ninguna secreción, sustancia ni materia proveniente del cuerpo humano huele bien? ¿Será que no hay nada bueno en él? ¿O será que a lo largo de los siglos nos hemos acostumbrado a pensar que lo bueno siempre es producto de la razón y nunca del cuerpo?

viernes, 15 de octubre de 2010

460 ml

Donando sangre (por vez primera, eso sí) uno tiene la sensación de que le están robando algo precioso, irrecuperable. Sabemos que no es así, que un cuerpo sano la regenera, que alguien lo agradecerá, más o menos conscientemente, y que esa bolsa de plástico puede servir para prolongar o incluso salvar alguna vida. Casualmente, en la televisión que permanece encendida en el centro de transfusión están con el informativo de la tarde. Noticia: en Ciudad Juárez hay problemas con la sangre. Los hospitales y centros de salud no dan abasto para cubrir las necesidades de una población que se desangra ahogada en el caos y la violencia, envuelta en un "genocidio de mercado" (Harmodio dixit). Normal que no den abasto, si la sangre ya es un bien escaso aquí, en una nuestra tranquila y resguardada esquina del Primer Mundo, qué no va a pasar allí, en el epicentro de la agonía de la civilización occidental. Y uno vuelve a pensar en lo mismo: ¿no debería dar paso la especie humana a formas de vida, si no más evolucionadas, menos agresivas con el mundo? O sea: ¿merece la pena donar sangre para "que siga esta demencia"?

miércoles, 13 de octubre de 2010

La clave

En su post del 12 de octubre, Jorge Harmodio aporta algunas claves para entender la tragedia diaria en Ciudad Juárez. Y por qué nos tiene que preocupar más allá de la solidaridad con el sufrimiento ajeno.