Cuando el torrente de la existencia nos quiere arrastrar hacia la quiebra corporal y espiritual, es momento de refugiarse en esos momentos de placidez que sólo nos puede brindar la exhibición visual y el silencio majestuoso de una puesta de sol allá donde éste huye de nuestras miserias para dejarnos huérfanos de luz, pero bañados en armonía y serenidad.
La foto está tomada en Estaca de Vares, el 13 de noviembre de 2007.
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