Hoy, desarmado ese ejército de 50.000 palabras, sólo quedan 200 páginas que, desde esta atalaya de Aldán, se contemplan a sí mismas e imploran que alguien más que su autor les haga, algún día, un poco de caso.
La guerra ha sido larga; el desgaste, infinito; las víctimas, numerosas; los daños, cuantiosos.
Ahora, "andando poquito a poco", llega el momento de la reconstrucción, del maquillaje, de encalar el producto final y darle un aspecto aseado y pulcro, coherente. Si es que eso es posible.
Dentro de poco, estos hechos que aquí se han contado pasarán al olvido, y sólo quedará el fruto maduro, crecido de la sangre derramada. Y ese fruto pronto se pudridrá, y pasará, a su vez, al olvido, y así ad nauseam, porque la vanidad no conoce límites, y por eso hay arte, ensayo y cine de arte y ensayo, pero solo perduran en la memoria Mortadelo y Rosebud.
Aun así, el Barón agradece las muestras de apoyo y solidaridad recibidas durante estos días de sudor y lágrimas por parte de sus visitantes. Mañana, al sol de Barra, promete acordarse de todos ellos y darse un chapuzón en su honor.
¡Gracias!
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