There will be blood es el título original de la película dirigida por Paul Thomas Anderson, estrenada en 2007. Aquí la titularon Pozos de ambición. No es la primera vez que se cambia el sentido de un título, ni tampoco la menos afortunada, pero hay algunos matices que se pierden.
Para empezar, el título de la novela en que se basa (muy libremente, al parecer) es Petróleo (Oil, de Upton Sinclair). Al elegir este título para su película, Anderson muestras sus cartas: todo en ella gira en torno al petróleo, sus personajes se embadurnan en él, en medio de un escenario desérticamente fantasmal, pero al final habrá sangre. Se habrá producido una actualización del milagro original: ni agua, ni vino. El petróleo, en sangre.
Una transformación operada en el seno de la lucha por el poder de las dos fuerzas que marcan el destino de los EEUU desde sus orígenes: el dinero y Yahvé. Nadie ni nada escapa a este combate entre dos poderes inhumanos (o muy humanos, o antihumanos). La desolación del paisaje anida en el corazón de los hombres, ahondada por un ideal de vida con forma de billete verde y fondo apocalíptico-redentor. No hay salvación para estas almas lanzadas a una lucha a muerte. Y lo que es peor, para las almas de aquellos que nos hemos sometido a la voluntad del nuevo imperio y adoptado sus formas.
¿Quién puede salvar a la humanidad de esta metamorfosis infernal que ella misma ha iniciado en un perdido rincón del mundo para llegar hasta sus confines? There will be blood, sin duda.
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1 comentario:
Barón a Blood faltalle un "L", a non ser que se trate dalgún xogo de palabras de dificil comprensión, e a vos faltalle algo, non sei si o bota en falta...
xa non lle quere
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