El desencantamiento del mundo prosigue su ritmo implacable: ni las olas, ese refugio de románticos, de adictos a la sensualidad, de buscadores de armonía, han podido escapar a la ciencia. Pronto desde la costa podremos divisar extraños artilugios que se mecerán con su dulce, a veces desesperado, bamboleo.
Serán fuentes de energía renovable, pero, ¿qué pasa con la energía que muchos buscan en la contemplación de nuestras hermanas azules?
Será así porque así lo queremos todos, haciendo o dejando hacer...
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