Ya sabemos a qué se parece Palermo. Las montanhas son las gradas desde donde se asiste al espectàculo, la tramoya (desde donde se mueven los hilos de la Historia) es el azul Mediterràneo, y la escena es la propia ciudad. Toda Sicilia, dicen, està llena de teatros griegos y romanos; parece que esta ciudad ha mantenido ciertas formas que la asemejan a ellos.
En la escena se amontonan todos los elementos decorativos que han formado parte de las representaciones que aquì se vienen sucediendo desde vete a saber cuàndo. Da la impresiòn de que cada companhìa que aquì ha venido a representar su obra (y han sido muchas: àrabes, normandos, franceses, espanoles...) ha dejado olvidados sobre el escenario todos los objetos que formaron parte del show.
Paseando por estas calles parece que nadie tiene interès por recoger ningun tipo de resto ni desperdicio, ni de borrar ninguna huella, y que esa costumbre se mantiene en la actualidad.
Aun se conservan los carteles de la ultima contienda electoral, y no serà hasta la pròxima que seràn ocultados por nuevos rostros, igual de falsos y artificiosos (casi todos, se salva la candidata de Refondazione Comunista).
Hay una violencia latente en todo esto: es creìble que, de cuando en cuando, esta gente se transforme, y algunos se conviertan en una especie de monstruos (como los recièn instalados en el Quirinale), que acaban enfrentàndose entre sì, como las jambas de la Porta Nuova, sobrehumanas y nada apolìneas. Nos estàn avisando de lo que nos espera aquì dentro.
Y dentro acontece el drama, que alcanza su màxima expresiòn cuando se representa a sì mismo, cuando la ciudad asume su condiciòn dramaturgica, y se exhibe, impudicamente, al receptivo turista, al espectador de Coppola, al lector de Camilleri...
En la escalinata del Teatro Massimo rememoramos a un Michael Corleone que se ha quedado sin aullido, traspasado por el dolor, vencido por el destino, representaciòn de la representaciòn, òpera tras la òpera, el drama enroscado sobre sì mismo para dar fe de la violencia que aquì germina en la tierra, como un caleidoscopio de fragmentos rotos de la historia que componen, ahora, una curiosa figura, hasta que alguien lo gire y todo se recomponga otra vez, y asì para siempre.
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4 comentarios:
Caro Barom,
já vejo que anda vosté de visita por terras longínquas... É o que tem pertencer à noble nobleza :)
Ainda dirá que som questons de trabalho... : )
Pois que vosté goce desses lugares tam republicanos, tam berce de tantas cousas, tam cheios de sabores de velhos aromas.
Polo demais, deveria vosté convertir-se, abraçar a fe, ver a lus, e reintegracionar-se, porque, como pode comprovar, o mundo está preaparado para o nh, mas nom para o ñ (que todo o mundo sabe que é um invento diabólico)
Saúde, alegria, e "birra freda"
« La birra è la prova che Dio ci ama e vuole che siamo felici. »
(Benjamin Franklin)
¡Qué envidia! Nosotros vamos también a Sicilia (nos vinieron las ganas de tanto leer tus crónicas). / Avísame cuando regreses a Santiago, para enviarte una Musofobia. Besos a los niños.
que pasa barón!!veo que sigues viviendo muy bien!!en Palermo!! a ver cuando vienes por aquí y nos haces una visitilla a los exiliados!!! ya ves que ya tengo internet, todo un lujo en este lugar. Apertas y agarimos a los que te acompañan (y a ti también, claro).
Alma.
pizza, pasta, anguria, gelatto, vino chichiliano!!!!!!!
Menos divagar y más disfrutar
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