lunes, 10 de marzo de 2008

El vaso medio lleno...

Rajoy, por suerte, no es Sarkozy. Su discurso demagógico, populista y protofascista no le ha reportado los resultados que esperaba. El PP se debatirá ahora en la duda de si seguir por el camino que le marca su sector ultra, ahora en el poder, lo que no parece una estrategia muy apropiada si quieren ser una alternativa real de gobierno (salvo que ZP meta mucho la pata en esta nueva legislatura), o si moderan su discurso, renuevan su plana mayor y se convierten en un partido de derechas civilizado.

ZP se ha caracterizado por la adopción de medidas de corte progresista (al menos, en cuestiones culturales, sociales o de política exterior) en comparación con el mundo cavernario del que veníamos. Una lectura optimista invita a pensar que buena parte de los votos obtenidos ha sido un premio a este tipo de medidas.

IU ha obtenido un millón de votos, a pesar de que ha sido ninguneada e invisibilizada por los grupos mediáticos que controlan la opinión pública en Cretinia. Sólo una ley electoral injusta hace que la opción política de un millón de votantes se traduzca en dos diputados en el parlamento. Y que la tercera fuerza política en votos no tenga grupo parlamentario propio. El coordinador general es el único político que asume su cuota de responsabilidad en el descalabro y pone su cargo a disposición de los militantes, pero el problema de IU no es de estrategia ni de discurso (a pesar de las tensiones internas). El problema es externo, y la batalla tiene que ser recuperar el espacio representativo que legítimamente corresponde a sus votantes: 3,8 % de votos = 13 diputados. El PSOE se ha apropiado de la izquierda, y sólo una deriva derechista evidente por parte de éste puede volver a dejar espacio a IU, cuando las diferencias entre PSOE y PP se diluyan de forma visible (situación que se daba en 1996, cuando IU alcanzó su máxima representación parlamentaria).

Los partidos nacionalistas de derechas (CIU, PNV) seguirán jugando un papel en el parlamento, pero no crecen. Por lo tanto, y en consecuencia, el discurso del PP (“se rompe España”), no preocupa en los territorios por lo que, supuestamente, empezaría esa ruptura. Ahí hay un terreno ideológico en el que el PP, mientras mantenga la bandera rojigualda como enseña del partido, no tiene nada que hacer. Y eso son muchos votos que pierde, y que le podrían dar la victoria en las generales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el PP no tiene nada que hacer, enseñe la enseña que enseñe,a la hora de quitarle votos al PNV o a CIU, todos son de derechas pero de especies diferentes.