lunes, 15 de septiembre de 2008

50.000 palabras: crónica del verbicidio

La semana se despliega ante el Barón como un gran campo de batalla. Mejor dicho: como un campo de exterminio. En cinco días, 50.000 palabras (10.000 palabras por día) nacidas de su propio magín o tomadas de otros lugares, cuidadosamente seleccionadas, laboriosamente encajadas en un texto durante los últimos cinco años, deben ser sentenciadas a muerte. No es tarea fácil: a la dificultad de condenar a las menos relevantes, a las más inútiles, se suma el significado restante; lo que van a decir las supervivientes sin sus compañeras de viaje hasta esta misma semana. Algunas tendrán que hacer un esfuerzo e intentar decir por sí solas lo que antes decían unidas a otras. Otras quedarán huérfanas y será difícil que vuelvan a ser lo que eran.
Es un proceso de reducción con un objetivo claro: que el texto siga diciendo lo mismo con 100 páginas menos, pero es difícil. Lo que nació como una gran manta, que después pasó a ser una mantita de sillón, acabará convertido en un chal o una bufanda: su función no puede ser la misma, pero también aliviará del frío.
El Baró(n)metro marcará al término de cada jornada las evoluciones de esta campaña. Hoy mismo, por la noche, se hará público el primer recuento de bajas.
Una oración por las almas de las que van a morir.

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