
El cielo de Medellín alcanza donde no llega su catedral, sumergida entre rascacielos y edificios de oficinas.
Abajo, en el valle, en la tierra un día pantanosa, se acumula el pasado material en forma de fábricas y talleres en proceso de abandono y sustitución por grandes y actuales moles comerciales.
El cielo de Medellín es su techumbre, suspendida la bóveda en los verdes cerros que rodean el valle y en nubes gigantes y tersas que se desgarran al caer la tarde.
En el valle se extiende una gran lanzadera casi rectilínea con forma de raíles de metro y autopista. El asfalto crece también por las laderas, sinuoso y transversal, sorteando casas nuevas y viejas, alambres de espino, madera, uralita y ladrillo visto.
Entre tanto, las tardes de domingo el cielo de Medellín se inunda de cometas que vuelan alto. Más allá del asfalto, del cemento, del ladrillo y el alambre de espino. Como enredaderas de las nubes que pugnan por huir de la tierra pero siguen unidas a ella, pues en ella hunden sus raíces.
2 comentarios:
Medellín que te vin!
Medallón le llaman allá...
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