domingo, 19 de agosto de 2007

Pequeño romance del Barón y el Río

De entre todos los indicios

de la vida y su mudanza,

de cuanto ancla la memoria

al pasado si lo alcanza,

no es el invierno en Santiago,

que a su cita, sin tardanza,

acudirá puntual,

siempre igual. Ni la bonanza

estival, que allí no es si no

de las nubes y el sol danza.

Ni los cursos sucedidos,

ni la periódica holganza,

ni las fechas señaladas,

de tristeza o alabanza.

Es mi reunión anual,

con el rumor del Arlanza,

lo que da plena conciencia,

del tiempo, más la confianza

en volver dentro de un año,

es decir: me da esperanza.

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