miércoles, 1 de agosto de 2007

Donuts y ambigüedad

El final de Este libro te salvará la vida, de A. M. Homes, es un canto hiperbólico al mundo transmoderno. El Barón no lo revelará por si algún invitado o invitada se animara a leerlo.
Baste decir que la impresión que queda tras su lectura es la de que todos los elementos que aparecen tienen el mismo valor: los protagonistas son personas (algunas de ellas famosas: hasta aparece Bob Dylan), pero son también las casas (la mansión de Richard en Los Angeles, el chalet de Malibú) y los coches, los dos elementos clave de la cultura del éxito. El dinero de Richard hace que todo (casas, coches, famosos) esté a su alcance, y así es como su realidad se vuelve plana, carente de la profundidad que proporciona el esfuerzo de la conquista. Homes no lo dice, pero probablemente esta falta de profundidad es la que hace que un gran dolor se extienda por el cuerpo de Richard (así es como arranca el libro), y la que obliga a evacuar su mansión por una falla que crece y crece en el jardín.

Desorientado por su nueva situación, Richard se refugia en un pequeño bar de carretera, especializado en donuts (los hay de todo tipo, glaseados, de chocolate, rellenos...). Los donuts aparecen de repente y se convierten en el protagonista principal del libro. Representan, a juicio del Barón, la bajada a la tierra del millonario Richard, pero no una bajada compasiva (como si descubriese la sencillez de la vida cotidiana frente a los excesos del lujo), sino ácida e irónica (de su dieta rica en fibra Richard pasa a alimentarse, periódicamente, de donuts: el alimento de los pobres obesos yanquis). Homes hace aparecer ese descubrimiento como un milagro que ha salvado la vida de Richard (de ahí el título del libro), encarnado en Anhill, el dueño del establecimiento.

La metáfora que cierra la historia (no siga a partir de este momento quien quiera leer la novela) es desasosegante: Richard promoverá, acompañado de otros personajes, un establecimiento especializado en donuts y en comida dietética. Un ejemplo de la ambigüedad que atraviesa nuestro mundo tardocapitalista.

2 comentarios:

harmodio dijo...

¡Qué bien se oye! Pamuk también tiene un libro (La vida nueva) que empieza con un personaje leyendo una novela que cambiará su vida.

¿Todo bien en el feudo del barón?

Mediopelo dijo...

Todo bien, Harmodio. El Barón está encantado de poder volver a visitar la página de Malversando. Xapó por el diseño.